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Hola! este blog esta creado para todas aquellas personas que como yo, adoran leer hasta madrugar con la compañia de un café con leche, bienvenidos al lugar donde le doy rienda suelta a las locuras e incoherencias que habitan en mi cerebro, las compartire con ustedes para que se contagien y le pongan a sus vidas un toque de excentricidad. Les advierto que el contenido de este blog posee escenas sexuales y lenguaje del mismo índole. Asi que estan advertidos queridos lectores.




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martes, 21 de febrero de 2012

Placeres Oscuros: Capitulo 12: Lazos.



Placeres Oscuros

Los personajes no me perteneces, son de Stephenie Meyer, pero la trama es de mi invención.

Él es el Rey de su raza, y no desea ser atado a nadie, esta dispuesto a asesinar para conservar su libertad, pero inevitablemente se verá atado a ella mediante una fuerte conexión que atenta contra sus propias leyes, y contra su rebelde alma. ¿Que hará? ¿Podrá asesinar a aquella mujer que amenaza con destruir su independencia? ¿Que incluso amenaza con acabar con su reino?

Capitulo 12: Lazos.

- Se fue… - decía ella con la mirada pérdida y la boca ligeramente abierta por la impresión de aquello. Había pasado ya una semana y ella aun no salía del shock emocional que el abandono de Jacob le había producido. – me abandono.

Ella ya no lloraba, Renesmee sentía que algo dentro de ella se levantaba con fuerza, como una muralla entre sus sentimientos y su corazón, un bloqueo podría describir mejor aquello.

Habían días, sobretodo en las noches cuando se despertaba asfixiada entre pesadillas aterradoras donde soñaba en no solo en el abandono de Jacob, sino también de su bebe, y las espantosas ganas de llorar volvían a ella, pero ella solo podía sentarse en la cama y mirar por la ventana y pensar para tranquilizarse, pero ¿Llorar?... no, las lagrimas ya no salían.

- Ven conmigo, yo te cuidare – le propuso Bella un día, cuando ella le confeso que le preocupaba estar allí cuando el Rey regresara.

- No quiero ser una carga. – le comento acariciándose la panza, que al parecer había aprovechado en crecer  mucho mas. Renesmee pensaba que el hecho de que ya no sentía la necesidad de ocultárselo a nadie, había influido en su crecimiento.

- No lo serás, ten por seguro que mi familia te acogerá como un miembro más. – Renesmee dudo.

- Gracias Bella. – le sonrío Renesmee acariciándole la mejilla a la mujer, quien coloco su mano sobre la de ella. – pero prefiero hacer esto sola, no estoy acostumbrada a que me mantengan. Incluso aquí me he sentido incomoda con ese aspecto.

- Pero Renesmee…

- Estas loca si piensas que te dejare ir de este castillo a la calle, así como si nada. – Entro Sara a la habitación interrumpiendo las palabras de Bella. Sara avanzaba por la habitación con aire majestuoso, detrás de ella venia una sirvienta con una charola de comida, que dejo en una circular mesa, y luego se retiro.

- Sara, por favor… - decía la joven embarazada, pero también fue interrumpida.

- Ese pequeño que llevas en tu vientre es mi nieto, y tú eres mi hija. – insistió la reina frunciendo el ceño con las manos en las caderas.

- No puedo quedarme aquí, él… - un nudo en la garganta se le atravesó, y las pujantes ganas de llorar aparecieron de nuevo, pero otra vez no existían lágrimas dentro de ella que pudieran salir. Era tan horriblemente frustrante, como si algo se estuviera acumulando dentro de ella, esperando el momento para hacerla explotar en mil pedazos.

- Él no podrá hacer nada.

-   No quiero verlo, me hace daño.

Sara la miro con dolor, suavizando el gesto de su rostro y su cuerpo. Camino hacia la cama para acariciar sobre las sabanas uno de sus pies.

- No puedes regresar a tu antigua vida…  Por lo menos, no por ahora. – y miro directo a su vientre. – ¿que vas a hacer? ¿Trabajar con esa panza?

Renesmee se miro el vientre también, analizando esa idea. Su panza no estaba tan enorme, sin embargo, cuando esta creciera mas, si seria un problema, ya que los empleos que ella normalmente conseguía, era de limpieza, y con aquella enormidad en su vientre, no podría hacer nada, nadie le daría empleo a una mujer embarazada.

- Yo… resolveré eso. – dijo con convicción. Esperaba que algo se le ocurriera pronto.

- No dejare que te marches. Jacob puede irse a vivir a otro lado, tenemos muchas propiedades, muchos castillos. – soltó Sara.

A Renesmee aquello no le gusto, pues le dolía mucho, que Jacob quisiera irse a otro lugar solo para evitarla a ella, pero… a fin de cuentas ella tampoco lo quería ver ahora, no quería ver aquella expresión de desprecio que le había dedicado la última vez que se habían visto. Y mucho menos oír de nuevos sus acusaciones de infidelidad.

- Sara, sin embargo eso solo complicaría más las cosas entre Jacob y Renesmee. – intervino Bella con su tímida voz. – si ella se queda, solo causara que Jacob sienta mas rencor hacia ella. – Renesmee se encogió ante esas palabras. – Pienso que es mejor que valla a otro lugar… - Sara la miro con los ojos muy abiertos por la impresión y su gesto se torno molesto, debido a ello Bella se apresuro a decir – a otro lugar como por ejemplo a mi casa, allí estará bien, muy bien cuidada, pues tenemos a Carlise, y Edward también, recuerden que son médicos. Y por supuesto estaré en todo momento con ella.

Sara aligeró su expresión enojada y la miro como si estuviera considerando aquella idea.

- No es necesario… - decía Renesmee con cansancio.

- Renesmee si no quieres estar aquí me parece una buena opción. – Sara dijo mirándole el rostro a Bella cn entendimiento. -  confío en la familia Cullen, y además no están muy lejos, ellos viven en este mismo pueblo. Podremos vernos muy a menudo.

- Pero Sara….

- A menos que quieras quedarte aquí y acompañar a esta pobre vieja. – Sara sonrío indulgentemente,  como queriendo convencerla de que prefería que se quedase en ese castillo junto a ella.

La verdad es que odiaba tener que dejar a Sara sola, ella había sido una buena compañía y confidente para ella, se sentía tan consolada a su lado, tan calida cerca de ella, que dejarla le dolía, además odiaba pensar que Jacob regresara para descargar toda su furia en ella.

- Sara ven conmigo. – le rogó como si fuera una niña pequeña pidiéndole a su madre que no la deje sola en la oscuridad de su habitación.

Sara río pausadamente.

- No puedo querida, no sabemos donde esta Jacob, y el reino no puede quedarse sin una autoridad, debo ocuparme de ello en su ausencia. Te prometo que nos veremos muy  pronto.

Pero Renesmee aun no había dicho que si  la propuesta de Bella. Y Bella se dio cuenta de que dudaba.

- Haremos algo sencillo, si no te gusta podrás volver aquí, ¿te parece buena idea?

En realidad no. Pero ¿Qué más podría hacer?, lo mejor en lo que podía pensar era en dejarse convencer hasta que su hijo naciera, y luego huir de ese lugar para hacer su vida, no quería ser una carga, odiaba deberle cosas a la gente.

- Esta bien – murmuro finalmente, algo avergonzada.

A Bella le brillaron los ojos con aquella afirmación, se le escapo una risita tonta que provoco que Sara y Renesmee la miraran algo extrañadas.

- Lo siento… Yo solo estoy feliz de que aceptaras. – dijo con las mejillas ligeramente ruborizadas.

Ese mismo día Bella le dijo a Renesmee que iría a su casa a informarle a su familia que tendría un nuevo huésped. A Renesmee se le contrajeron las tripas, temía ser rechazada en ese nuevo lugar por ser una huérfana sin apellido.

Decidió no pensar más en ello y se dispuso a recoger algo de ropa. Sara insistió en que se la llevara toda pero ella decidió que no, se marcharía con lo menos posible, pues nada de lo que había allí le pertenecía realmente, además no quería darle a Jacob otro motivo por el cual quejarse, nadie la iba acusar de trepadora, ni de ladrona.

Al día siguiente Bella llego con su esposo, el silencioso y reservado Edward Cullen, quien ese día estaba especialmente muy intenso con su penetrante mirada en ella, aquello le molesto. Llegaron en un enorme carruaje en el cual los sirvientes con ayuda del señor Cullen montaron el poco equipaje de Renesmee.

- Pensé que traías mucho equipaje, por eso trajimos el carruaje tan espacioso. – le dijo Bella algo sorprendida.

- No, en realidad es poco lo que me pertenece. – le comunico Renesmee.

- En realidad creo que así es mejor, en casa te espera una montaña de ropa… - dijo con aire distraído.

Renesmee frunció el ceño al mirarla.

- Oh, no por favor, no es necesario, con esto que traigo estaré cómoda. – sus mejillas comenzaron a teñirse de rojo.

- Pues eso tendrás que decírselo tú misma a Alice… - Renesmee no sabía quien era la tal Alice, pero pondría las cosas bien claro con ella, nada de ropa.

Cuando llego el momento de la despedida sintió de nuevo las ardientes ganas de llorar, pero de nuevo nada salio de ella. Miro a Sara a los ojos y luego la rodeo con sus brazos por la cintura, apoyando la mejilla en su hombro. Sara la acuno en sus brazos como a una niña pequeña.

- Te prometo que no te abandonare, siempre estaré contigo cuando me necesites. – susurro acariciándole los cabellos, mientras Renesmee a espaldas del señor Cullen y Bella apretaba los ojos por el esfuerzo que le costaba no derrumbarse a los pies de Sara, el dolor en su pecho por tan violenta separación la estaba desgarrando. No volvería jamás, no volvería a ver jamás a Jacob, nada volvería a ser igual que antes, ese lugar no le volvería a traer más felicidad.

Sara le beso la mejilla – Nos veremos pronto – le aseguro antes de que ella abordara el carruaje y partiera.

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- ¡BIENVENIDA! – Gritaron todos cuando Renesmee cruzo la puerta de la mansión Cullen. En realidad no esperaba una bienvenida, ni siquiera esperaba sonrientes rostros como los que tenían aquellas personas, esperaba hostilidad, rechazo, porque a nadie le gustaban los huérfanos, pero allí no había molestia, y eso a  ella le molestaba.

Era más fácil lidiar con personas que te detestaban, porque así tenias una excusa para evitar los lazos emocionales, pero ¿como enfrentas a ocho personas que desbordan alegría de solo verte?.

Sobretodo la enana de pelo negro, que no paraba de dar brincos y aplaudir desde que la vio, parecía que tuviera resortes en los zapatos.

-  Es preciosa Bella, no mentías. – susurro una mujer con el rostro en forma de corazón, sus marrones cabellos caían hasta sus hombros y estaba siendo abrazada por el Doctor Carlise Cullen.

Después de aquello cada uno de ellos se fue presentando, menos quienes ella ya conocía, ahora tenia el cuadro completo de la familia Cullen, la rubia Rosalie quien la miraba con algo mas que curiosidad, el otro rubio Jasper, su esposa Alice, Emmett el grandote, y Esme la esposa de Carlise y señora de la casa.

- Es un placer conocerlos – saludo Renesmee con los modales que le había enseñado Sara. Al oír esto los Cullen suspiraron, como lo hacen los novios cuando están enamorados… ¿Y a esta gente que le pasaba? Ya estaba comenzando a pensar que irse a vivir allí un tiempo había sido una mala idea.

- ¿Te estamos incomodando? – le pregunto Bella algo alarmada.

- No – mintió.

- Lo sentimos, es que irradias luz – le dijo Bella con sus ojos chocolates brillando de…¿Orgullo?.

- ¿Luz? – pregunto Renesmee desconcertada.

- Si, como si iluminaras la oscuridad. – le sonrío Esme, apoyando la idea de Bella. – como un ángel.

Renesmee no entendía nada de aquello, ella no irradiaba nada de eso, las únicas que ella recordaba que brillaban con luz propia eran las divinidades, pero ella no era una de esas magnificas mujeres.

- Quizás debamos dejarle descansar – le susurro Edward a su mujer en voz baja, Renesmee en secreto le agradeció.

- ¡Yo la llevare! – dijo la enana brincona.

- Alice…

- ¡¿Que?! – dijo ella a la defensiva. Edward solo la miro con paciencia y algo de humor en los ojos.

- No la agobies – le pidió el hombre silencioso.

- ¡Oh por dios! El único que necesita algo de agobio aquí eres tú. –luego ella la tomo de la mano como si fueran un par de colegialas. – Vamos Renesmee – le dijo con una vocecita inocente. Renesmee obedeció.

La mansión era muy hermosa, su fachada estaba pintada con colores muy alegres, en su mayoría colores pastel, parecía una casita de cuento de hadas. Con enredaderas de flores que colgaban del techo del jardín, muchas flores en las ventanas, y en los pasillos de la casa, tenia 3 pisos, obviamente era mucho mas pequeña que el castillo de Sara, pero no por eso era menos hermosa, se veía muy acogedora.  Por dentro era algo mas formal, aunque las paredes seguían siendo de colores pasteles, azul, rosa, verde marino, etc, los muebles conservaban un estilo mas serio, que iban muy bien con los colores del lugar. En la sala había un piano blanco muy elegante que llamo su atención a penas entro a la casa, ahora Alice la llevaba a su habitación, subían las alfombradas escaleras, en realidad todo el piso de la casa parecía estar tapizado con alfombras. Llegaron al final de un corto pasillo, la puerta era blanca.

- Bien, esta es tu habitación, la cual he decorado yo, sin embargo aun no estoy conforme y sigo  profundamente molesta porque Bella me ha permitido solo un día para hacerlo, y le dije que debió haber retrazado un poco mas tu llegada, espero te guste. – Ante aquella cháchara Renesmee solo había captado el “debió haber retrazado tu llegada”. ¿Es que acaso no se suponía que era una emergencia y solo seria temporal? ¿Porque se tomaba tantas molestias para decorar una habitación?

Cuando Alice abrió la puerta y entro en ella como un sapito saltarín ella solo pudo pensar “Oh dios, no”.

- ¿Alice? ¿Puedo llamarle Alice? – pregunto por cortesía la cobriza.

- ¡Oh! Por supuesto, si lo deseas puedes comenzar a llamarme Tía Alice a partir de ahora. – dijo con picándole un ojo con simpatía. Y aquello la dejo sin habla… ¿Qué la llamara tía?, ¿esta mujer estaba loca o que?

- Alice – con eso dejo claro que no, no la llamaría tía. – esto es demasiado.

- ¿Demasiado dices? – Alice se giro para verla con los ojos muy abiertos por el desconcierto que sus palabras le habían causado, y luego se carcajeo, su risa sonaba como un tintín de copas de vidrio chocando entre si. –  ¡pero si aun faltan 12 pedidos de zapatos y 17 de vestidos!

Renesmee la miraba atónita, no podía creer lo que estaba escuchando, aquella mujer era algo así como el consumismo en su máxima expresión.

Su habitación era más pequeña que la que tenía en el castillo, sin embargo tenia el espacio suficiente. Había un enorme armario blanco, una peinadora con miles de cosméticos y perfumes, había 3 espejos de pie, la cama era de tamaño normal, pero seguía siendo grande para ella, y tenia un montón de almohadas. Tenía un baño para ella sola, con una agradable bañera blanca y muchos productos olorosos para el baño. Había cuadros de paisajes hermosos, y la terraza asoleada era un espectáculo, con su mesita para el té.

-Ven – le dijo Alice llevándola hasta el guardarropa, y Renesmee se preparo para lo peor, tragando en seco. Cuando Alice abrió las puertas del gigantesco armario, que bien podría ser otra habitación soltó un jadeo de horror.

- ¡¿Que te parece?!! – pregunto la pequeña mujer con emoción.

- Pero…- estaba aturdida por la vista de tantos colores a la vez – ¡¿Que voy a hacer con tanta ropa?! – es que ni siquiera en el castillo había tenido tanta, le había pedido a Sara que no exagerara al respecto, y ella la había respetado su decisión, pero a la pequeña mujer que tenia cerca… tenia toda la pinta de que no iba a poder controlarla.

Alice la miro como si ella fuera un bicho raro.

- Ponértela, por supuesto. – le dijo alzando una ceja, como si aquella fuera una pregunta estúpida.

- Oh no, no no no. – negó ella dando un paso atrás. – no quiero ofenderte pero, no quiero nada de eso.

Alice la miro con enfado, como si quisiera matarla. La pequeña camino a la cama, donde estaba la pequeña maleta que le pertenecía a Renesmee, la abrió y saco los vestidos.

- Solo tienes tres vestidos en esta maleta. ¿Dónde esta el resto de la ropa? – pregunto la enana.

- No hay mas, es lo único que tengo. – respondió altiva la muchacha.

Alice la miro a la cara durante un minuto, luego con solemnidad camino hacia la ventana y la abrió, tomo la maleta y la lanzo a través de ella.

- Pero… ¡¿pero que has hecho?! – Renesmee la miro con ira.

- Ya no tienes ropa, ahora usaras esta. – dijo con normalidad. A lo que Renesmee solo pudo verla con la boca abierta por la impresión. Aquello confirmo lo que estaba pensando. Estaba loca.

-Quiero mis vestidos. – exigió la cobriza enfurruñada.

- Aquí están – señalo el guardarropa la pequeña con una sonrisa de diablillo inocente, como si no rompiera un plato.

- ¡Esa no! Quiero la que tiraste por la ventana. – volvió a exigir.

- Esa no sirve ya, esta es mejor. Ven. – la tomo de la mano y la empujo hacia el guardarropa para que lo viera.

Había una enorme sesión para los vestidos largo, otro para los cortos, divididos respectivamente por estaciones del año: primavera, verano, otoño, invierno, vestidos para la noche, vestidos para el día, vestidos para fiestas, para cócteles, etc, etc, etc… Había miles y miles de gavetas donde se guardaban los guantes, joyas, medias, piyamas, ropa interior, etc, etc etc… También una sesión para las carteras, otra para los sombreros; pequeños, medianos grandes, con plumas, de seda, de terciopelo, azul, blanco, negro, verde, amarillo, etc, etc, etc…

Zapatos, zapatos, zapatos y ¡Mas zapatos! Sorprendentemente todos iguales a los que Sara le había mandado a hacer, un tacón alto y el otro bajo para que no cojeara… De todos los colores que el mundo conocía…. ¡¿Y ella dice que faltan mas?!

- ¡Y espera a que veas la habitación del bebe! Prometo que será fenomenal, ¡y la ropa! ¡Oh! La ropa del bebe, tengo que ir ahora mismo al pueblo a hacer el otro pedido… ¡Ash! – Refunfuño esto ultimo con molestia - Necesito ir a Londres a hacer las compras directamente, es mejor que vaya personalmente. ¡Ah! Y los juguetes, ¡no se me deben de olvidar!.... – y la cháchara interminable continuo, la lista era larga y la presión iba en aumento hasta que no pudo mas y todo quedo a oscuras. Renesmee se había desmayado.

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- ¡¿Que ha pasado?! – decía Bella alarmada, extrañamente oía su voz lejanamente

- Creo que se desmayo de la emoción. – dijo como si todo esa locura de la ropa, los zapatos la hicieran feliz.

 – ¡Alice! ¡Te pedimos que no la agobiaras! ¡Esta embarazada! – Bella llamo a Edward a gritos,  quien llego inmediatamente.

- ¡Te lo dije! – le dijo a Alice con reproche.

- Lo siento, lo siento mucho, pero es una chica muy extraña, ¿quien no querría tener todo esto?

- Ella es diferente, no esta acostumbrada a nada de esto, además ella no desea quedarse aquí por mucho tiempo, es lo que sospecho.

- Pero… pero… - decía Alice estupefacta- ¡¿como no va a quedarse?! Si es tu hi…

- Calla Alice por favor, ¿podrías buscar el maletín de primeros auxilios que tengo en el despacho?

- Si, si. Ya voy. – y salio pitando de la habitación.

Minutos después Renesmee se encontraba abriendo los ojos perezosamente, estaba acostada en la suave cama, con un ligero dolor de cabeza.

- ¿Estas bien? – pregunto Edward Cullen.

- Si, solo con un poco de dolor de cabeza.

- Duerme un poco, nadie vendrá a molestarte. – Le dijo Edward palmeándole dulcemente la mano.

- Gracias.

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En las afueras de Garnicov, vagando entre las sombras del bosque que rodeaba al alegre país, el Rey intentaba no chocar contra los árboles y partirse la cabeza en dos, su visión doble hacia estragos con su capacidad de andar correctamente, y ninguno de los integrantes de su Guardia Real estaba allí para ayudarle hasta que se le pasara la borrachera.

Habían transcurrido seis largos y tortuosos meses. Los primeros meses los paso en uno de sus majestuosos castillo,  el castillo de King, en Escocia, rodeado de una maravillosa naturaleza que él realmente no pudo apreciar, la soledad era increíblemente abrumante,  constantemente era perseguido por los recuerdos, aquellos que lo hacían sentir como si se estuviera partiendo en dos.

A los pocos meses decidió acudir a la pequeña mansión de Leah, para descubrir que tener compañía era aun peor, aun se sentía desgraciado. Había pasado seis meses maldiciendo su existencia, odiando su suerte, seis meses de completa inutilidad, totalmente ebrio, ni siquiera Leah había intentado acercársele, ella solo seguía repitiendo las mismas palabras de siempre.

- Debes romper el lazo, debes romper el lazo… - con ese deseo de venganza en su voz, con rencor en sus ojos, pero no más rencor que el que él mismo tenía en su propio cuerpo.

- Te dije que te traicionaría, ¡yo lo sabia! – se regodeo con una imperceptible sonrisa de suficiencia en sus labios. – te dije que no te convenía…

A Jacob le rechinaron los dientes del odio, su rostro se apoyaba en la almohada tratando de recuperarse de la borrachera, pero él sabia que no duraría mucho, porque a penas pudiera levantarse iría directo a buscar otra botella y beber hasta caer en coma otra vez.

…ahora tienes que olvidarte de ella, y volver a ser el mismo de antes. – hizo una pausa y lo miro fijamente, Jacob la ignoro, estaba harto de Leah y sus monólogos rencorosos. – Vamos Jacob, ella no es nada, no es nadie, tienes que salir de esa maldita cama y….

Leah hablaba sin parar, Jacob solo lograba captar algunas palabras y luego se sumergía en su letargo de nuevo, en aquel letargo salvador, donde no sentía aquel dolor asfixiante y desesperante, porque si de algo estaba seguro era que salir de aquel estado de paz en el que estaba, e intentar enfrentar la cruel realidad era algo sumamente difícil, e imposible para él en aquel momento. Pero la irritante voz de Leah se filtraba continuamente en su cabeza, martilleándole el cráneo constantemente, empujándolo a la sobriedad, y él odiaba eso, no quería estar sobrio, no quería saber en que se estaba convirtiendo, no quería sentir nunca más.

Lazo… rómpelo… véngate….mátala…. Tenebrae.

…solo es una humana en deshonra, seguro vivía de la prostitución, esta acostumbrada a eso, y…

- ¡CALLATE! – grito Jacob con toda sus fuerzas, levantando la cabeza para mirarla con ira justo en el momento preciso para ver la reacción de ella, quien brinco sobre sus pies del susto abriendo mucho los ojos y dejando media abierta su boca.

Después de eso, ella frunció el ceño ofendida, claramente molesta por haber ido silenciada, inmediatamente se giro y salio de su habitación.

Lo mejor seria que él se largara de ese lugar. ¿En que estaba pensando Leah?, hablándole mal de ella no arreglaría nada, solo lo empeoraría. Mejor dicho ¿En que estaba pensando él cuando decidió ir a la mansión de Leah? Sabía que Leah aprovecharía el momento para alejarlo de ella, pero ¿era realmente necesario?, ya no había nada entre ellos que pudiera unirlos de nuevo. ¡Maldita sea! Ahora estaba cabreado, ¡y sobrio!...

Jacob volvió a la realidad, dejando el recuerdo de cuando partió de la mansión de Leah atrás…Ahora se encontraba vagando en el bosque, solo y desesperado por encontrar algo que lo aliviara. Lo había intentado, había intentado buscar alguna manera de acabar con el sufrimiento, pero ¿Qué debería hacer?, ¿ahogarse en el alcohol para siempre?, ¿Morir?... Si, morir seria un agradable alivio para el dolor que sentía, sabía que el suicidio era la manera más cobarde de salir de su desesperación, pero no veía otra opción. Era tan doloroso, y no exageraba, los vampiros tenían la capacidad de ser muy intensos, sus sentidos eran muy desarrollados, el olfato, el gusto, oído, vista, piel, pero esto no solo se limitaba a eso, las emociones podían hacer estragos con un vampiro, el dolor realmente podía matar, era tan fuerte, que aunque tuvieras mil motivos para vivir (tu madre, tu orgullo, Garnicov; toda una nación a la que dirigir y proteger) aun así, esto no era suficiente, porque toda esa lista de motivos se veía reducida a nada en comparación con el incesante y ardiente dolor que lo desquiciaba, ella… ella era la culpable.

El sentimiento que había tenido por Elizabeth no era nada en comparación con lo que sentía por  “ella”. Dios, era tan débil que ni siquiera podía pensar en su nombre sin caer de rodillas al suelo y gemir, el sufrimiento físico era una mierda. Era la prueba de que cuando su raza se enamoraba, era para siempre.

Y si el rompimiento del lazo ayudaría a que aquel dolor remitiera aunque sea un poco, tanto como para que fuera soportable, él estaría agradecido.

La oscuridad de la noche no ayudaba mucho en su avance, ya había dejado de ver doble, pero aun así se sentía cansado y pesado, esa tenia que ser la resaca.

No tenia idea de adonde ir, su cabeza no funcionaba correctamente, pero si aquello lo mantendría distraído de cualquier cosa que no fuera toda la mierda que llevaba dentro, él no tenia ningún problema en caminar sin rumbo fijo. Si conseguía la muerte en aquel camino, seria bien recibida, aunque sentía pesar por la gente de su nación. Si él moría, Sara lo sustituiría, pero Sara no tenia la fuerza suficiente ni el duro carácter para dirigir una nación,  ¿Quién acabaría ocupando su lugar?, ¿Nahuel?... ¡Ese maldito!, terminaría por llevar a la ruina a su gente por culpa de sus asquerosos vicios.  Garnicov acabaría sumida en la miseria por las constantes guerras que habría entre otros reinos para apoderarse de su reino.

Jacob paro su marcha, y se tumbo en el suelo, sobre el suave pasto, estaba agotado. Mientras contemplaba la luna y las estrellas sin ningún real interés en ellas, pensó.

Las cosas no eran tan sencillas como él pensaba, por muy deseoso que estuviera de morir, no podía dejar de sentirse culpable por intentar dejar a su gente en la deriva. ¿Pero que podría él hacer por ellos en aquel estado en el que estaba su cabeza? Estaba hecho mierda por culpa de “ella”.  Morir seria tan agradable. Morir… ¿Pero como?, estaba claro que un vampiro no moría de la misma forma que un humano, no. Los vampiros tenían un cuerpo muy resistente, lanzarse al vacío no funcionaria, tampoco ahorcarse de una soga, o cualquier otro material, cortarse las venas mucho menos, sus heridas sanaban mas rápido que las heridas de un ser corriente, ¿ahogarse? Seria aburrido, y una perdida de tiempo, sus pulmones eran tan desarrollados que podría durar semanas debajo del agua. ¿Pedirle a alguien que lo asesinara clavándole una de las poderosas espadas que forjaban sus herreros en el corazón?, de solo pensarlo moría de la risa, ¿Quién querría matar al Rey?... Nahuel por supuesto, o alguno de sus enemigos, todos aquellos a los que derroto en las guerras contra Garnicov, ¿el problema?, ellos no seria generosos, primero lo harían sufrir hasta que pidiera piedad, lo humillarían, lo vejarían, y lo harían publico, él no quería que nadie se enterara, no quería hacer sufrir mas a Sara, ni a su gente.

Nada… no tenia salida, su vida era un desastre desde que “ella” había decidido traicionarlo.

Jacob respiro con dolor, no sucumbiría de nuevo a la tragedia, debía conseguir una salida. Intento levantarse de nuevo, pero le costo mucho esfuerzo, al tercer intento lo logro, su cuerpo se estaba haciendo cada vez mas pesado y todo estaba tan frío… No espera un minuto, no era su cuerpo… era el ambiente, había algo a su alrededor, que llenaba el aire con algo que le repugnaba, no olía mal, pero él sentía ganas de huir de ese sitio, la piel se le puso de gallina, y el cuerpo le temblaba ligeramente por la repulsión.

Cuando decidió volver sobre sus pasos para cambiar de dirección una voz profunda y jadeante hablo.

- Me buscas… - siseo la voz, no era una pregunta, era una afirmación.

Jacob se congelo. Apretó los dientes con fuerza, y tembló ligeramente.

Aquel tenia que ser… era… si, era él.

Un remolino de humo negro se materializo delante de él, Jacob retrocedió unos pasos, aquella aura era perceptiblemente maligna, y le asqueaba.

El humo negro dio paso a un hombre de tez blanca, sumamente alto, de cabellos rubios y cortos y de facciones aristocráticas. Podría considerarse realmente atractivo si dejáramos a un lado aquellas horribles ondas repulsivas que brotaban de su cuerpo que te hacían desear estar a kilómetros lejos de ese ser, además de sus terroríficos ojos, estos no tenían pupila, todo el globo ocular era negro, y aquello te hacia desear no haberlos visto nunca.

Su pálida figura era traslucida, parecía una especie de fantasma, que se hacia corpóreo por un momento y luego volvía a traslucir, era como un foco de luz opaca que se encendía y volvía a apagarse, intermitentemente. Sus ropas eran una larga capa con capucha, que enmarcaba su rostro haciéndolo mas tenebroso.

-Me buscas… - volvió a decir  él con su jadeante y susurrante voz.

Jacob enmudeció, era cierto, inconcientemente lo había estado buscando, porque él era el único que podría ayudarle.

Él podría romper el lazo, pero también era cierto que el precio de ello seria alto, Tenebrae no hacia nunca nada gratis.

Resistiéndose al impulso de alejarse más, hablo.

- Necesito de tus favores. – respiro un poco por el horror que le producían las ondas que despedía su cuerpo y continuo.

Tenebrae ladeo la cabeza con una sonrisa cruel en sus labios, Jacob pudo ver la satisfacción recorriéndole el rostro y se estremeció de nuevo, odiando a aquel ser, aquel ser que no debería existir en este mundo, porque era tan maligno que no cabía en aquel planeta.

- El Rey necesita de mis favores – repitió con su jadeante y profunda voz, esta parecía de ultratumba. –  ¿que necesita el Rey que solo yo puedo darle? - Tenebrae saboreo esas palabras.

- No te apresures, he dicho que necesito tus favores, no que los vaya a usar. – aclaro Jacob, era mejor dejar las cosas claras de una vez. – antes quisiera saber cuanto me costara tu favor, y cuales son las consecuencias de este.

Al ser maligno aquella imposición no le gusto, frunció el ceño un segundo, pero después volvió a sonreír con arrogancia.

- Eso, su majestad, se lo diré después de saber que favores quiere – dijo con algo de burla en su expresión.

Aquel maldito podría engañarlo de alguna manera, él tenia que ser mas inteligente si deseaba salir lo mas ileso posible de aquella situación, o por lo menos que nadie mas a parte de él saliera herido.

- ¿Que pasa cuando alguien quiere romper el lazo que lo une a una mujer? – soltó Jacob manteniendo su confianza en que Tenegrae no podría hacer nada con aquella información.

- ¿El Rey quiere romper su lazo?

Jacob se tenso, pero decidió no contestar a aquella pregunta.

- ¿Vas a responder a mi pregunta? – Tenebrae medito durante un minuto con su piel trasluciendo bajo la luz de la luna.

- A ellas no les va a gustar – soltó con sus terroríficos negros ojos fijos en él. Jacob ignoro aquello. – Estaría invadiendo su terreno.

Era cierto, si Tenebrae rompía el lazo, estaría intercediendo en los asuntos de las divinidades. Hace millones de años las divinidades y Tenebrae, habían roto sus lazos familiares, como era bien sabido Tenebrae era hermano de las divinidades, pero su avaricia por poseer mas poder que sus hermanas provoco que estas lo sometieran y lo enviaran al inframundo donde dominaba las almas que caían en desgracia y eran condenadas a vivir eternamente en el ardiente y voraz fuego.

Las divinidades hicieron jurar a Tenebrae que jamás se inmiscuiría en los asuntos de las divinidades y ellas tampoco lo harían en sus asuntos, la raza vampírica tenia libre albedrío, y si un alma decidía acudir a él, ellas no se opondrían.

- Pero yo soy quien decide. Es mi vida. – declaro el Rey con contundencia. Y era cierto, esas malditas brujas no habían hecho nada por aliviar el terrible y desgarrador dolor que él sentía por culpa de la mujer que ellas mismas le habían dado como compañera. Incluso, él pensaba que lo habían hecho a propósito, para acabar con él.

¿Y porque no? Ellas no habia hecho nada por protegerlo de las violentas palizas que le daba su padre, ellas nunca lo alimentaron cuando él lo mataba de hambre, cuando lo obligaba a pelear contra guardias muchísimo mas grandes y fuertes que él cuando era apenas un niño, y terminaba con el rostro y el cuerpo amoratado y sangrante, ellas no habían estado allí para salvarlo cuando su padre intento degollarlo porque pensaba que no tenia ningún don vampírico, nadie lo protegió del frío cuando lo echaban fuera del castillo en días de invierno para que durmiera a la intemperie, ellas lo habían dejado solo, le habían dado a una mujer incapaz de darle descendencia, y ahora él estaba en riesgo de perder su posición como Rey, habían logrado desplazarlo como líder de su nación, ahora no podía pensar en otra cosa que no fuera la terrible pena de la traición, ¡y ellas no hacían nada para aliviar el desastre que ellas mismas habían creado!, entonces ¿porque debería confiar en ellas?.  

- Puedo romper tu lazo – le confirmo. Pero Jacob estaba esperando el precio de aquel trato.

- ¿Que quieres a cambio? – pregunto el Rey abruptamente.

- Solo quiero que le hagas llegar este mensaje a mis hermanas. – Tenebrae extendió su pálida mano, dejando la palma hacia arriba y enseguida se materializo una pequeña botella de metal rojo.  Insto a Jacob para que se acercara, este lo hizo lentamente, sintiendo cada vez mas frío mientras se acercaba y odiando las ondas desagradables que le hacían temblar el cuerpo. Tomo la pequeña botella de metal rojo y se alejo  rápidamente, cuando estuvo lo mas lejos posible se le quedo viendo al pequeño objeto. Tenía un relieve grabado en color azul,  eran figuras de trazo alargado, muy sofisticado, la botella estaba fría, congelada. – deberás entregarla a ellas. Y no deberás abrir la botella.

Jacob se quedo esperando a que dijera algo más.

- ¿Eso es todo? – pregunto con desconfianza.

Tenebrae le sonrío como si aquello le hiciera gracia.

- Si.

-No te creo – era imposible, el precio no podía ser tan bajo. Entregar ese mensaje no debía ser lo único que él quisiera.

- Es todo. – dijo con firmeza. – No puedo salir del lugar en el cual fui encerrado por mis hermanas, al menos que alguien me convoque.

- Yo no te convoque. – dijo automáticamente.

- Si lo hiciste Jacob – contesto Tenebrae por primera hablándole sin formalismo. – en tu mente, no concientemente, pero lo hiciste. Por lo tanto como tengo asuntos que tratar con mis hermanas, y es imposible comunicarme con ellas, aprovecho tu presencia, y tú… deuda.

- Si les entrego esto, ¿no tendré ninguna deuda contigo? – quiso saber.

- No, no la tendrás. – Jacob no le creía. Sentía que algo iba mal. Pero entonces pensó en las opciones que tenia de otra solución a sus prblemas, y decidió confiar.

- Lo entregare. Ahora dime que debo hacer para romper el lazo. – la ansiedad le estaba carcomiendo.

Tenebrae volvió a estirar la mano y en ella se materializo una daga. La cuchilla estaba hecha de una especie de cristal transparente, dentro de este cristal podía verse un humo negro arremolinándose. La empuñadura era de oro, y era muy gruesa, también tenia ese relieve en azul que él no sabia que significaba.

- ¿Que hago con esto? – pregunto mientras se retiraba rápidamente luego de tomar la daga.

- Deberás enterrarla en tu pecho. Justo encima de tu corazón. – Jacob se le quedó mirando horrorizado. – No morirás. Solo romperá todo aquello que te una a esa mujer. – le aseguro Tenebrae con la negritud de sus ojos fijos en los de Jacob. Su rostro estaba extrañamente tenso.

Jacob dudo, ¿que le garantizaba que quedara vivo? Todo aquello era una locura.

- Esto no esta bien. No puedo confiar en ti. – le dijo mirando fijamente el remolino negro dentro de la daga.

- Ese no es mi problema, solo no olvides que debe ser ella quien te apuñale el corazón. – dijo con voz casual.

Jacob levanto la mirada con espanto.

- ¿Que has dicho?

- Lo que oíste, debe ser ella, sino no funcionara.

No, no podía ser cierto, no podría soporta tenerla frente a él, debía haber otra forma.

- Lo haré  yo mismo. – comunico.

- No funcionara. Pero puedes hacer lo que desees, eres el Rey.  – Tenebrae le sonrío como si quisiera ser amable, pero Jacob pudo ver la burla en la expresión, aquello lo hizo dudar más. - Me voy, estar en este lugar desgasta mi energía. Adiós Jacob, recuerda pagar tu deuda, mi mensaje debe ser entregado. – y diciendo aquello desapareció. Con él,  las ondas de horror y el frío se fueron también.

Jacob miro la pequeña botella roja. Genial, ahora era el mensajero de la familia maligna.

Miro la Daga con el humo negro dentro, y pensó, - será mejor que primero rompa el lazo, antes de entregar el mensaje, así tendría una garantía si no funciona el truco.

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Los primeros meses en la casa Cullen fueron algo extraños, ya que Renesmee no estaba acostumbrada a que la gente revoloteara todo el día a su alrededor. El único que solía hacerlo era Jacob, y sin embargo no era tan constante, ya que siempre tenía trabajo que hacer.

Esme siempre pendiente de su alimentación, y siempre la mimaba con algun dulce. Bella siempre buscaba su compañía para hablar, y saber como se sentía, Edward y Carlise cuidando de su salud, Jasper y Emmett siempre bromeando con ella, logrando sacarle una sonrisa, Rosalie siempre se preocupaba por ayudarle en cualquier cosa, y además ella le daba clases de pintura, que ahora solía ser su hobbie. Los Cullen llevaban una vida muy tranquila, todos trabajaban en el negocio familiar, que consistía en hacer seguimiento a las numerosas inversiones que hacían, cada uno de ellos se encargaba de vigilar de cerca las empresas donde tenían puesto su dinero.

Todos eran normalmente pacíficos…
Pero la chica Alice era un demonio, siempre hablando de un tema, controlando como debía vestirse, invitándola a paseos, fiestas, presentándole chicos… Si, chicos.

- Como si alguno de ellos se fijaría en mí con esta enorme panza – dijo sonriendo un poco y acariciándosela.

- No sea tonta, claro que si se fijan. – lo decía para animarla, no porque Alice supiera que realmente a ella no le importara si atraía a los hombres en su actual condición, eso no le interesaba en absoluto, lo hacia porque a pesar de que habían pasado ya seis meses, ella aun sufría por Jacob.

Sara aun no sabia nada de él, quizás se habia unido a Leah… Renesmee nunca debió haber llegado a su vida, ahora todo era un desastre. Pero lo único que agradecía a aquel desastre era haber concebido a su hijo, haber conocido a Sara y, si, haberlo conocido a él también.

- No volverás a caer en depresión de nuevo Renesmee – determino Alice evaluando la expresión del rostro de ella, aquellas palabras le dolieron, y Alice lo noto. – lo siento. – dijo rápidamente ante su metida de pata.

- No importa. – dijo Renesmee, lamentando aun aquellas palabras de Alice.

Conseguir alejarse del dolor no era cosa fácil, le habia costado tiempo y paciencia, y la familia Cullen habia estado allí para apoyarla, sobretodo Sara, a quien extrañaba mucho, a pesar que la visitaba continuamente.

Su panza crecía cada día mas, era increíble, se sentía cada vez mas cansada, y pesada pero adoraba sentir los movimientos de su bebe dentro de ella, era tan mágico, saber que habia un ser tan indefenso dentro de ella. Su único consuelo, la razón de su vida.

Por otra parte los Cullen eran muy amables, pero algo extraños, a veces cuando tenia que ser examinada por Carlise, él y Edward cuchicheaban tanto que la ponían nerviosa, finalmente le daban información satisfactoria sobre el crecimiento de su hijo, pero igual ella no estaba cómoda con la manera de actuar de ese par.

Los días trascurrieron entre paseos e invitaciones a reuniones para frecuentar los amigos de la familia Cullen, en su mayoría muy agradables y sobre todo discretos en cuanto a la condición de Renesmee, pues ella estaba embarazada sin estar casada. Obviamente era un alivio que nadie supiera quien era el padre de su hijo, no hacia falta agregarle más dramatismo a su historia.

-Hola pequeña amiga desafortunada. – La saludo Henri Pierce.

Habia conocido a Henri, un extrovertido hombre de sociedad, uno de esos días que Renesmee se levantaba con la mala suerte pasándole los talones. Habia salido con Bella para acompañarla a hacer algunas compras, cuando  increíblemente esta desapareció en medio de una abarrotada calle, para colmo ese día se celebraba el día de los Santos, y la gente andaba alborotada tocando música y bebiendo alcohol, Renesmee intento cruzar la calle para buscar a Bella cuando su pie quedo atrapado en una alcantarilla, justo cuando una caravana estaba a punto de pasar por donde ella se habia quedado atascada, la muchedumbre esta acerca, y ella solo podía pensar en que ese tumulto de gente borracha podría atropellarla y lastimar a su hijo.

Gracias a dios, el único hombre que parecía estar sobrio ese día era Henri, quien se percato del extraño escenario y corrió hasta ella para salvarla. Bella apareció a los minutos con el rostro verde de la preocupación, agradeciéndole a aquel hombre con una invitación a cenar. Después de eso se habia vuelto un buen amigo, incluso la iba a visitar a la casa de los Cullen con frecuencia.

Se pasaba el día burlándose de su mala suerte diciéndole.

- Las pelirrojas tienen mala suerte pequeña, ¿no recuerdas como te conocí? – y soltaba una carcajada.

A pesar de las burlas a su costa a Renesmee le gustaba ver como sus negros rizos se agitaban cuando se reía, y como sus azules ojos brillaban de alegría. Era muy guapo, era fornido y alto,  pero a veces se aprovechaba de esa ligera atracción para comenzar a seducirla.

- Henri, en Garnicov hay tantas mujeres solteras, ¿Y tu te vienes a fijar en una embarazada? – le dijo con burla.

- Me gustan las embarazadas. – respondió automáticamente mirando el paisaje con interés. Estaban en el patio de la mansión, sentados en la mesa de campo bebiendo el Té.

- ¿Las embarazadas de otros hombres? – dijo sin comprenderle.

- Las embarazadas de otros hombres que están solteras. – dijo conteniendo las ganas de soltar otra carcajada. Renesmee solo rodó los ojos.

- Eres un cabeza de chorlito.

- Uno muy orgullosos de serlo. – y entonces su mirada se torno algo seria. – Ren, ¿Dónde esta el padre de tu hijo?

A Renesmee esa pregunta no le gusto, y él lo noto.

- Lo siento, no quise entrometerme. – se disculpo con algo de nerviosismo.

Pero ¿para que iba a ocultárselo? , Henri le habia demostrado ser un buen amigo, habia estado con ella todos esos meses, viendo crecer dentro de ella a su angelito. Preocupándose por hacerla sentir bien, él era una especie de confidente protector, y no quería que ninguna sombra de desconfianza se cerniera sobre su amistad.

- Nos abandono. – lo dijo, habia salido de sus labios con cierto rencor, pero lo que en realidad sentía dentro de ella era dolor.

Henri se quedo mirando por largo rato su perfil.

- Ya vez, una huérfana que tendrá un bebe que será un huérfano de padre. La mala suerte me persigue. – soltó con ironía, intentando hacer sonreír a Henri con aquella ocurrencia, pero él no sonrío como siempre lo hacia, la seguía observando con esa extraña mirada que aparecía cada vez que tenia una idea.

- Yo lo quiero, quiero que ese niño sea mío. – soltó de repente, con su rostro aun serio, dando a entender que para él aquello  no era un juego, y dejándola con la boca abierta por la impresión. – quiero ser el padre.

Renesmee lo seguía mirando con los ojos muy abiertos.

- No. – soltó con fuerza, no quiso decirlo con antipatía pero el instinto habia actuado por ella. – lo siento Henri pero no quiero que te hagas ninguna falsa esperanza con esto, no estoy esperando la caridad de nadie, no estoy diciéndote esto para que sientas lastima por mi. – Renesmee estaba comenzando a molestarse, ¿como se atrevía a sugerir tal cosa?, ella no necesitaba de la caridad de nadie.

- No es por ninguna caridad, no seas ridícula. – le dijo con fastidio Henri. – lo he visto crecer con mis propios ojos dentro de ti, él o ella es parte de mi desde mucho antes de hacerte esta proposición, es parte de mi desde el día en que te salve de que fueras atropellada por aquella muchedumbre ebria.

- Henri…

- Déjame por favor Ren, yo lo quiero, quiero que sea mío. – ella negaba con la cabeza, aquello traería consecuencias.

- ¿Y después que? – le pregunto mirándole a lo ojos. – después querrás que yo también sea tuya, y sabes que eso es imposible.

¿De verdad ella pensaba que podría ser imposible no corresponder a sus sentimientos?, Jacob la habia abandonado, y Henri estaba siempre a su lado, ¿era tan difícil enamorarse de él?, no, quizás no era difícil.

- ¿Porque es imposible?, te estas cerrando a la idea desde un principio sin darle una oportunidad.

- ¿Y si no ocurre? ¿Y si nunca me enamoro de ti?

- Pues entonces nada cambiara, seremos los mismos de siempre.

- Mentira. – era mentira, cuando nos enamoramos, y no somos correspondidos, esas heridas siempre estarán allí recordándote cuanto te dolió, y cuanto te duele aun el rechazo.

Henri suspiro frustrado, no era la primera vez que le insinuaba sus sentimientos, pero si era la primera vez que se lo decía de una manera tan directa.

- Lo siento. – le dijo ella  sintiéndose culpable.

- No importa.  – la miro y le sonrío para que se relajara.

Pasadas las horas de la noche, Renesmee aun pensaba en la proposición que le habia hecho Henri, ¿realmente lo estaba considerando?, pero aquella situación tenia sus beneficios, su hijo no crecería sin un padre, él podría conocer lo que ella nunca tuvo, una familia. Quizás si intentara no cerrarse a la idea, como habia dicho Henri, él era un buen hombre, era paciente, cariñoso, siempre andaba de buen humor… ¡Pero no era justo!, ¿como iba a cargarlo con una responsabilidad que no era de él?, cargando además con una mujer que no lo amaba, eso era egoísta, injusto, estaría arrebatándole la oportunidad de que consiguiera el verdadero amor.

Renesmee pensó que era el momento de terminar con esa amistad, así le doliera en el alma, pero no iba a permitir que Henri se sacrificara y sufriera por ella. Además, si su hijo llegaba a nacer con esa naturaleza vampírica, tendría que contarle sobre ese extraño mundo a Henri, dado que él era un humano como ella. Y eso seria peligroso.

- Cariño, ¿estas bien? – entraron Edward y Bella a su habitación, como todas las noches, para desearle un buen dormir. Bella se acerco y se sentó en la cama para acariciarle los rizos. Renesmee les sonrío.

- Muy bien, gracias. – contesto.

- Te vimos algo preocupada después de que te despediste de Henri. ¿Acaso te ha estado incordiando? – pregunto Edward con una pizca de ira en los ojos.

- ¡No! Oh no, él se ha portado muy bien conmigo. – Edward relajo la mirada, la verdad era que a Edward no le gustaba ningún hombre que se le acercaba a Renesmee, era como si desconfiara de todo el mundo, o temiera que todo el mundo le hiciera  algo, ella agradecía su preocupación, el sentimiento de aquellas reacciones eran muy calidas para ella, así imaginaba ella que reaccionaria un padre con respecto a su hija.

- Bien, si te molesta solo avísame. – no fue una petición, fue una orden. Renesmee sintió ganas de reírse.

- Renesmee… - decía Bella cuando un extraño sonido les llego desde abajo. Renesmee, Bella y Edward fruncieron el ceño.

- ¿Que es eso? – pregunto Bella, se escuchaban voces en la entrada de la casa, como si estuvieran discutiendo.

- Iré a ver. – dijo Edward y salio con rapidez de la habitación.

Renesmee decidió ignorar el escándalo y continuar con la charla, pues eso hacían Bella y ella todas las noches, pero era imposible, era tan bullicioso.

Y entonces lo escucho…. Era… era su voz.

- ¡Déjame pasar! ¡Necesito verla! – gritaba el Rey a todo pulmón.

Renesmee se tenso, y la ira no se hizo esperar, sintió un fuego que le lamia la columna vertebral, el rencor del abandono, de la humillación, todos los recuerdos de dolor durante esos últimos seis meses se agolparon con fuerza en su cuerpo, salio de la cama, para bajar y poner en su lugar a aquel monstruo insensible, ¿que creía?, ¿que podía hacer con su vida lo que a él le plazca?, ella ya no le pertenecía, él no era nadie, no tenia el derecho de hacerle sufrir cada vez que a él le apeteciera.

- ¿Renesmee que estas haciendo? – intento pararla Bella. – no puedes bajar, es riesgoso en tu estado.

- A ese hombre alguien debe ponerlo en su lugar. – miro a Bella con cólera.

- No puedes agitarte, ya tienes siete meses de gestación, las emociones fuertes no son buenas para ti en estos momentos. – siguió diciéndole.

Pero Renesmee ya estaba bajando las escaleras. Cuando llego a la planta baja, lo vio.

Estaba toda la familia bloqueándole el paso e intentando calmarlo.

- ¡Por favor su majestad! Su salud es algo delicada en estos momentos, ella no puede tener emociones fuertes, eso le haría daño a ella y al bebe. – cuando Carlise dijo “Bebe” a Jacob se le contrajo el rostro de dolor, sujetándose el pecho como si fuera un animal herido. Por un momento todos temieron que cayera de rodillas al suelo aullando de dolor, pero eso no ocurrió. Se recupero del débil momento y contesto.

- No pienso molestarla, solo necesito un favor. – susurro entrecerrando los ojos.

- No me importa lo que necesite, no voy a permitir que la moleste. – respondió Edward apretando los dientes.

- ¡Edward! ¡No seas grosero! ¡Es él Rey! – le dijo Esme temiendo por la vida de su hijo.

- No vengo a molestarla – repitió Jacob como un autómata tensando la mandíbula en un gesto de frustración.

Renesmee termino de bajar las escaleras con Bella detrás de ella, y pudo ver mejor la escena. Entre ella y Jacob se interponía una columna de cuerpos, pero a pesar de ello, Jacob pudo verla claramente, pues él era un hombre muy alto, mucho mas de quienes allí estaban, por algo era el Rey de la raza.

El aspecto de él era lamentable, no estaba ni mal vestido, ni sucio, pero su rostro reflejaba sufrimiento, era una mascara de dolor. Cuando la vio, las duras líneas que surcaban y asentaban aquella mascara de agonía se suavizaron, dejando ver al antiguo Jacob, sus ojos quedaron prendados uno del otro, en un momento hipnótico, en el cual todo el mundo hizo silencio.

A Renesmee se le olvido incluso para que habia bajado de su habitación, se le habia olvidado que odiaba a aquel hombre, ¿Dónde estaban aquellos sentimientos de furia?, ¿a donde habían ido?, el dolor, el rencor,  ¿porque desaparecieron?.

Y entonces Jacob desvío su mirada de su rostro hasta su cuerpo, justo en su prominente vientre, y la mascara que reflejaba dolor, ira, angustia y rencor volvió.

Y entonces aquellos sentimientos que ella estaba buscando regresaron de donde sea que se habían escondido.

- ¿A que has venido? – le pregunto Renesmee.

- ¡Bella!¿ Como has permitido que saliera de la cama? – le reclamo Edward.

Bella con angustia tomo de los hombros a Renesmee susurrándole palabras para que recordara al bebe y se tranquilizara.

Jacob miro a con frustración a la columna de vampiros que se interponía entre él y Renesmee. Y luego devolvió su furibunda mirada a los ojos de ella.

- Vengo a que me apuñales el corazón…. Otra vez. – soltó el Rey, y era cierto, ella ya le había apuñalado con su traición, pero esta vez lo apuñalaría literalmente.


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¡Hey chicas! ¡Estoy tan feliz por haber terminado este cap!  ¿Como están? ¿Les gusto este nuevo cap?, lo he hecho súper larguísimo para compensar todo el tiempo que he tardado en publicar. ¿Que les pareció Tenebrae? Mientras lo escribía, me lo imagine y hasta a mi me dio miedito, jejeje. Bueno chicas dejen sus comentarios, y díganme que les parece este reencuentro entre Jacob y Renesmee, y los nuevos personajes, Tenebrae y Henri J además de que ya aparecieron más Cullens. ¡Besitos! Espero publicar pronto J