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Hola! este blog esta creado para todas aquellas personas que como yo, adoran leer hasta madrugar con la compañia de un café con leche, bienvenidos al lugar donde le doy rienda suelta a las locuras e incoherencias que habitan en mi cerebro, las compartire con ustedes para que se contagien y le pongan a sus vidas un toque de excentricidad. Les advierto que el contenido de este blog posee escenas sexuales y lenguaje del mismo índole. Asi que estan advertidos queridos lectores.




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domingo, 25 de septiembre de 2011

Placeres Oscuros: Capitulo 6: Tortura.



Placeres Oscuros
Los personajes no me perteneces, son de Stephenie Meyer, pero la trama es de mi invención.

Él es el Rey de su raza, y no desea ser atado a nadie, esta dispuesto a asesinar para conservar su libertad, pero inevitablemente se verá atado a ella mediante una fuerte conexión que atenta contra sus propias leyes, y contra su rebelde alma. Que hará? Podrá asesinar a aquella mujer que amenaza con destruir su independencia? Que incluso amenaza con acabar con su reino?

Capitulo 6: Tortura.

Por favor, le juro que le voy a pagar en cuanto consiga un empleo, no estoy mintiendo señora Madison – suplicaba Reneesme a la dueña de una vieja taberna del pueblo. Había estado vagando durante varias horas por todo el pueblo, buscando alguna persona que le rentara una habitación, todos habían accedido al principio, pero cuando llegaba el momento de decirles que no tenia dinero y pedirles que le dieran unos días para pagar se negaban rotundamente, de ese modo había llegado a esa taberna, allí no eran muy exigentes con el tipo de personas que aceptaban.

- Lo siento mucho muchacha, pero ¿que me garantiza que no perderé dinero contigo? Esa habitación que me pides que te rente podría dársela a alguien que pueda pagar de inmediato. –  la voluptuosa y rubia mujer la miraba con antipatía y desconfianza.

- Pero no hay nadie a parte de mí – le dijo ella con esperanza.

- Pero podría llegar en cualquier momento otra persona que me pague mejor. – dijo ya exasperada, la tabernera estaba a punto de echarla. – además, llamas mucho la atención de los hombres, no quiero peleas aquí por mujeres. – la miraba de arriba a abajo como si ella fuera la rival que podría quitarle la corona de algún concurso de belleza.

- Pero no pienso salir de la habitación, solo la necesito para mis necesidades básicas – tenia que convencerla, ya no tenia otro lugar al cual acudir - estoy incluso dispuesta a limpiar la taberna todos los días cuando este cerrada, hasta que pague lo que deba, ¿que le parece?

- Me gusta esa oferta – medito la mujer – esta bien, pero si no me pagas cuando llegue el fin de mes, saldrás de aquí inmediatamente.

Reneesme respiro aliviada - Gracias, le pagare a fin de mes, lo prometo –  le aseguro, ese sitio era la única oportunidad que tenia de poder dormir bajo un techo.

Cuando llegaron a la pequeña habitación que se encontraba detrás de la taberna, Reneesme le dio las gracias a la mujer y esta se marcho.

Al abrir la puerta de madera esta chirrió y encontró un cuarto sumamente reducido, las paredes eran de piedra gris sucia, el suelo de tierra, había un montón de paja regada en ella, en los rincones habían grandes pacas de paja, que bien servían para hacer una cama, botellas de licor, y basura desperdigadas por el sitio, olía horrible, a sudor y comida podrida, ella tuvo que taparse un poco la nariz para no sentir nauseas.

En el centro había un catre con sabanas sucias, no había almohadas, aquel cuarto era horrible, pero no podía conseguir nada mejor.

Reneesme recordó con anhelo la suave y hermosa cama de la habitación que la Reina había mandado a preparar para ella, estaba segura de que jamás volvería a dormir en una cama así.  Repentinamente recordó con un ardor tras sus ojos la calida cama del Rey, su cuerpo moreno tendido en el a la luz de las velas… Reneesme negó con la cabeza, no quería seguir por ahí, solo conseguiría hacerse daño, así que decidió seguir inspeccionando el lugar.

Había una desvencijada mesa y una silla, ambas de madera, una pequeña chimenea donde podría cocinar en base a leña, al lado una ventana, sabia que el baño estaba afuera justo detrás de ese cuarto, por suerte.

Reneesme suspiro, esta era su vida, no podía negarlo, ¿como pudo haber soñado con otra cosa? ¿Como no se le cruzo por la cabeza que aquel sueño de hadas terminaría pronto? Ahora tenía que reconstruir su vida de nuevo, desde cero, y debía comenzar por limpiar todo aquel desastre, de esa forma tendría que olvidarse de salir a buscar empleo.

Transcurrió el día y ella pudo terminar de asear la habitación con algunos trapos y escobas que encontró en el pasillo de la taberna, halló también cubetas que mas tarde lleno de agua en el río que se encontraba a cercanías del pueblo, asimismo recogió leña y pudo asearse rápidamente, pues a ese baño acudían las personas que como ella vivían en la taberna, en su mayoría borrachos abusadores. Reneesme no era tonta, sabia que tendría que andar armada, así que se llevo con ella un enorme clavo de acero que había conseguido en el suelo mientras limpiaba, de esa manera estaría mas segura.

Al entrar a su cuarto después de la ducha Reneesme comenzó a vestirse con el fino pero sencillo vestido vinotinto que la Reina le había regalado, estaba sentada en su pequeño catre de madera desgastada, el colchón estaba hecho de paja y ella había lavado con mucho jabón las sucias sabanas que había encontrado.

- ¡¿Que hace?! – grito asustada ella, al cuarto había entrado un borracho abriendo la puerta de una patada y cerrado tras él cuando entró. Reneesme estaba paralizada, se levanto rápidamente del catre mientras el sucio borracho caminaba tambaleándose hacia ella.

- Tranquila muñequita, tu y yo podemos pasarla muy bien si cooperas – le sonreía con sus dientes podridos, tenia una botella en una mano, y se peinaba compulsivamente el calvo cráneo con la otra.

- ¡Vallase! ¡Largo de aquí! – pero el borracho no escuchaba, camino hacia ella y Reneesme reacciono violentamente, no era la primera vez que había tenido que defenderse de viejos sucios como aquel, ella ya tenia experiencia, se acerco rápidamente a la chimenea, agarro un palo y lo balanceo  hasta estrellarlo en la cabeza del tipo, el imbécil aúllo de dolor y se tambaleo mientras se sujetaba la cabeza, la cual le había comenzado a sangrar por un costado.

- ¡Maldita prostituta! ¡Me las pagaras! – Reneesme abrió rápidamente la puerta  y lo empujo de una patada hacia fuera, cerró de nuevo y atravesó el mismo palo a través de dos orejas de acero que tenía la puerta y la pared, de ese modo la puerta estaba seguramente cerrada. Ella se pego a la pared y cerró los ojos respirando hondamente tratando de calmarse, debería ser más precavida.

Tenia que recordar que no estaba en el castillo, donde todo era seguro, no había nada que temer, estaba Jacob para protegerla y a su disposición estaba la guardia Real.

Al recordar a Jacob los ojos se le humedecieron, e irremediablemente supo que no podría reprimir mas las lagrimas que pujaban por salir de ella desde que se había marchado del castillo.

Ella no era una insensible, reconocía que había vivido en la calle durante mucho tiempo, y que sabia como cuidarse sola, pero el miedo era un sentimiento que nunca se había despegado de ella, sin embargo había aprendido a vivir sin él durante su estancia en el castillo, ¿pero ahora?, ahora tenia miedo y aunado a ese miedo sentía mas soledad que nunca, cuando miraba a su alrededor no había nadie, ella parecía estar condenada a vivir así para siempre. Todo aquello era muy triste porque había conocido lo que era tener a alguien que se preocupara por su bienestar, alguien que preguntara por ella, Sara en el poco tiempo que llevaba conociéndola le había tomado cariño, y a pesar de su desprecios a Jacob también.

Reneesme recordaba con las lágrimas deslizándose por su rostro y su cuerpo sacudiéndose en fuertes sollozos como Jacob le había gritado frente a todos sus guardias, él consideraba que ella no era nada, nada importante. Ella le había entregado su cuerpo y para él no había sido nada que mereciera la pena, y eso dolía como un clavo ardiente enterrándose en su cuerpo, quizás más. La humillación y la vergüenza que sentía la llevaba grabada en la piel, cada vez que recordaba las miradas y burlas de algunos guardias las mejillas le ardían de la ira, y lo peor de todo había sido aquella mueca de desprecio de Jacob, la hacia sentir tan pequeña, tan poca cosa, tan miserable, como una mas del montón.

Pero ella debió haberlo previsto, él no era un hombre de una sola mujer, ¿Qué esperaba? ¿Amor?, ¿porque había sido tan ingenua?, el hecho de que él la hubiera tratado como si la amara no significaba que lo sintiera.

- Debo salir adelante – se dijo a si misma para darse ánimos mientras se secaba las lagrimas, no podía rendirse, sus padres la habían abandonado, ¿que mas dolor que ese?, debía sentirse orgullosa de haberse negado a vivir con las humillaciones de un Rey, así que decidió no pensar mas en ello y dedicarse a buscar la manera de cómo mantenerse, era urgente y sumamente necesario para ella conseguir dinero.
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Jacob estaba paralizado desde hacia bastante tiempo frente a las puertas del castillo, con la mirada perdida en el verde camino de piedra, aquel que daba hacia las grandes rejas negras imponentes protectoras de la dinastía Black, aquel por el cual Reneesme se había ido.

Realmente aquello era lo que él desde un principio había deseado, que ella desapareciera, para poder seguir con su vida, aquella que le gustaba, en la que no estaba atado a nadie, en la cual no tenia ningún tipo de responsabilidad, aquella donde podía acostarse con quien le diera la gana, alimentarse de quien deseara, donde no tenia que cumplir promesas, donde no corría el riesgo de decepcionar a nadie… ¿Y entonces porque mierda estaba preocupado?, ¿porque se sentía como el ser mas miserable del mundo?

- !Joder! – Jacob refunfuño apretando los puños y aspirando fuertemente por la nariz, camino pesadamente a su despacho – ¡si quiere largarse que se largue, no me importa!

Grito a la nada. Los guardias lo miraban sorprendidos mientras lo veían patear un jarrón azul que adornaba una de las esquinas del pasillo, este al ser pateado se estrello contra la pared y se hizo añicos.

Al llegar a su despacho se sirvió una copa de licor, y se la bebió de un trago, volvió a repetir el procedimiento varias veces, mientras su cabeza daba vueltas y vueltas.

- ¿Que debería hacer? ¿Debería dejarla en paz? Ella estaba mejor sin él, y él estaba mejor sin ella, ¿o no era así?, si,  él estaba mejor sin ella, había logrado lo que deseaba, que ella lo detestara, por fin se había liberado de la carga, ¡que se largara! No le importaba, no necesitaba tener a una mujer que era un peligro para su reino.

Volvió a servirse otra copa.

¿Y entonces porque mierda se sentía tan mal?, ¿porque se sentía culpable?, ¿porque a pesar de que la detestaba la quería bajo el mismo techo?

- Eres un cretino – se dijo a si mismo, era cierto que le había gustado hacerle el amor, pero… ¡No debería ser para tanto!, es decir, rayos, aun tenia impregnada la nariz con su delicioso aroma de rosas frescas, tenia grabada en la mente su figura desnuda bajo él, su piel blanca y suave, aquellos ojos marrones que lo miraban como si él fuera algo mas que un hombre con poder, sus largos cabellos cobrizos extendidos por toda su almohada, con su suave textura… ¡Mierda, estaba jodido!

- Eres un bastardo – se volvió a insultar a si mismo, si era un maldito bastardo, porque la había maltratado e insultado, era conciente de ello, ¡maldita sea! ¡Maldito seas Black! ¡Era su primera vez! ¿Que esperabas? Era más que obvio que se sentiría invadida, avergonzada, ¡ella no era una mujer vampiro maldito cretino!

Jacob estrello con todas sus fuerzas la copa que tenia en sus manos contra la pared, y un gruñido animal broto de su pecho, quería reventarse la cabeza el mismo por ser  tan basura.

Y ahora ella no quería verle, que ironía, antes era él quien no quería ni verle el rostro, y ahora ella era quien lo evitaba. Y tenia toda la jodida razón, ahora ella creía que él solo la había usado para satisfacerse, y que no le había importado que ella se hubiera entregado a él, que era una mas de sus amantes de paso, ¿y como no iba a pensarlo? si  él mismo estaba confundido con toda esa mierda, y de lo único que estaba seguro era del remordimiento que le carcomía.

Pero no podía dejar las cosas así ¿verdad?, es decir, él podía ser una sabandija en toda la extensión de la palabra, pero jamás había maltratado de esa forma a una mujer, ella no lo merecía, solo era una frágil humana, que había sido maldita con el lazo al igual que él por la orden divina, ella no tenia la culpa, y él había descargado su ira e inconformismo con la persona equivocada. Tenia que ir a buscarla y pedirle una disculpa.

Además estaba el asunto de Nahuel, el cretino podría mandar a alguno de sus guardias a cazarla, el hecho de que él lo hubiera encarcelado en su propio castillo no significaba que no pudiera hacer sus fechorías, debía procurar la seguridad de ella, tal vez no quisiera verlo pero tendría que hacerlo solo por un momento, pues el pensaba pedirle que regresara al castillo.

- ¡Guardias! – Jacob se levanto del asiento en el que inconcientemente había llegado, la desesperación ahora lo atacaba, necesitaba hacer algo, pronto, le había dado mucho tiempo para alejarse.

- Mi señor nos ha llamado?

- Quiero… - Jacob se detuvo a respirar – no, ¡Necesito que busquen a la humana!

Los guardias lo miraban con el ceño fruncido, no comprendían muy bien.

-Señor… ¿cual humana? – pregunto Sam.

-¿Como que cual humana? ¡La humana! – él estaba frustrado, ninguno de esa bola de idiotas le entendía – ¡la humana que ha estado viviendo con Sara y conmigo!

Les grito. Ellos parecieron caer en cuenta.

-¡La quiero aquí! ¡Ahora! ¿Sana y salva me oyen? – Jacob los miraba amenazantemente – ¡La trataran como a una reina! Si no lo hacen juro que les estallare el cráneo ¡y me comeré sus sesos!

Los guardias miraban a Jacob con la boca abierta, estaban sorprendidos del grado de desesperación con la cual les hablaba, sin embargo por sus cabezas no les cruzo la idea de cuestionarlo, salieron apresuradamente del despacho a cumplir la orden de su Rey.

Jacob caminaba de un lado a otro con los pensamientos dando tumbos dentro de su cabeza, esperaba que la encontraran pronto y sobretodo que ella no se rehusara a volver.
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Ya eran las 11:00 PM de la noche y los guardias aun no regresaban, Jacob sentía que se estaba volviendo loco, no porque la culpa lo acosaba, sino por el temor de que le hubiera pasado algo.

Hace algunos días había espiado una de las conversaciones que ella había tenido con Sara. Hablaban sobre su infancia huérfana, había vivido en un orfanato con muchas carencias, para luego convertirse en una adulta trabajadora, Jacob recordaba sus palabras sobre lo maravilloso que le resultaba vivir con ellos, pues nunca había tenido mas familia que sus amigos y las monjas del orfanato, pero por otra parte se sentía algo incomoda y perdida, ya que nunca había obtenido nada gratis, siempre trabajaba duro para conseguir lo que necesitaba.

Sin embargo, lo que más le preocupaba era saber que fuera de aquel castillo, ella no tenía ningún hogar al cual regresar, Sara y él eran lo único que tenía.

-Maldición – susurro Jacob cerrando los ojos con consternación, y él la había echado con sus desprecios e insultos, sin antes considerar las consecuencias de tal acto, mil veces maldición.

Jacob se encontraba en su habitación, caminando de aquí para allá, y los malditos guardias no llegaban. – ¡Joder! – exclamó pateando un sillón

Salio de su habitación, ya no lo soportaba mas, necesitaba salir a buscarla él mismo.

Se transporto desde el pasillo del castillo a una de las callejuelas del pueblo. El suelo era de tierra y las pequeñas casas estaban hechas de piedra, algunas pintadas de colores, otras simplemente eran de color gris. Jacob recorrió varias calles solitarias bajo el cielo azul estrellado de la noche, las calles estaban ocupadas solo por algunos ebrios que dormitaban en el piso, cuando Jacob pasaba cerca de algún plebeyo se escondía, pues no quería causar revuelo en el pueblo, paso cerca de unos comercios en servicio buscando a los guardias, quería saber si tenían noticias.

-¡Paúl! – Jacob caminaba apresuradamente hacia el final de una de las calles que daba hacia la plaza Garnicov – ¿saben algo?- pregunto conforme se acercaba.

-No mi señor - negó Paúl,  Jacob sintió como un balde de agua fría le recorría el cuerpo, ahora estaba de mal humor de nuevo. – hemos revisado todo el pueblo, incluso hemos tocado las puertas de los habitantes del pueblo preguntando por la joven, describiendo sus características, pero nadie la conoce.

-¡¿Pero como pudo perderse tan rápido?! – se preguntaba él – sigan buscando.

-Si señor – le respondió el guardia, sin embargo no se atrevía a marcharse.

-Que pasa? He dicho que sigan buscando, vamos vete – le gruño Jacob al notar que no se iba.

-Pero señor… - titubeo – ¿va a quedarse solo? Es peligroso – le dijo con precaución.

-Cuando has visto que un simple humano pueda hacerme daño idiota – dijo el Rey – ¡largo! ¡Tráeme a la humana!

-Si señor – el guardia hizo una rápida reverencia y se marcho preocupado.

-¿Demonios Reneesme donde estas? – pregunto a nadie en particular.

Ya eran las 9:00 AM y aun no había noticias, habían pasado toda la madrugada vagueando por las calles, preguntando puerta por puerta, hasta que amaneció, la gente ocupaba las calles, ocupándose de sus negocios, charlando entre si, haciendo compras, y el sol era mas intenso.

El Rey exigía un reporte cada hora de parte de los guardias, a quienes se encontraba en cada calle, pero lamentablemente no obtenía ninguna novedad.

Jacob deseaba ser mas precavido y no hacerse notar entre la multitud, sobre todo porque no quería poner de sobre aviso a Reneesme y darle la opción de que escapara de él, pero era imposible, la gente reaccionaba a su sola presencia.

-¡Señor! ¡Mi señor! ¡es un honor tenerlo por aquí! – decía un plebeyo muy sorprendido, lo miraba con la boca abierta haciendo varias reverencias – ¡es un honor! Estoy a su servicio…

Jacob tenía pensado preguntarle si conocía a Reneesme pero entonces una mujer se percato de su presencia y totalmente maravillada se unió al plebeyo haciendo reverencias para adularlo.

Cuando se dio cuenta, mas personas se acercaban a él para hacer lo mismo, así que decidió marcharse sin decir nada, pero la gente se reunía a su alrededor y se le era imposible caminar.

-Esta bien gente, muchas gracias, solo he venido… - decía, pero la gente no parecía escuchar, lo veían con sorpresa y acudían a él a arrodillarse a sus pies.

-¡No! calma, calma, no te arrodilles – decía Jacob a una anciana, se agacho la tomo de los brazos para levantarla con delicadeza, la anciana lo miraba con sorpresa en el rostro.

-Como no arrodillarme ante nuestro salvador, nuestro Rey – exclamaba la anciana emocionada – ¡el Rey me ha tocado! – decía cuando Jacob se alejaba de ella sonriéndole con amabilidad.

La marea de gente crecía cada vez mas, habían mujeres llorando de la histeria, empujaban a otras para llegar hasta él y poder tocarlo, habían otras que se trepaban a los árboles y le lanzaban pañuelos, besos y algunas picadas de ojos. Jacob sintió que algo se posaba en su cabeza, se lo quito y pudo ver que era un fino pantaloncillo, la ropa interior de una mujer, cuando miro hacia arriba, en un árbol, habían varias mujeres sumamente ruborizadas y riéndose entre ellas.

-¡Mi señor! regalos para usted – los dueños de los negocios del pueblo se habían acercado a él entre la multitud de personas y a sus pies habían colocado canastas de frutas, ropa, panes, dulces, entre otras muchas cosas mas, pero Jacob las rechazó, ¿Cómo iba a buscar a Reneesme con todo eso?

-Mi señor por favor acéptelo, gracias a usted nuestros recursos ahora abundan – decía el hombre con una gran sonrisa en su rostro, el resto de las personas que allí se encontraban asentían apoyando las palabras.

Jacob con su enorme estatura los miraba desde arriba – gracias, pero me parece que les servirá mas a ustedes, solo he pasado un momento, por favor no dejen su rutina por mi – pero eso era imposible, a penas termino de decir esas palabras una música comenzó a resonar por todo el pueblo, la gente emocionada bailaban a su alrededor riendo y brincando, invitándolo a hacer lo mismo, bebidas comenzaron a repartirse entre la multitud alegre, que celebraban la presencia de su Rey en el pueblo.

-¡Por el Rey! – gritaban algunos.

-¡viva!- la gente exclamaba.

Entre toda esa locura Jacob buscaba a sus guardias para poder salir del alboroto sin lastimar a nadie, no podía transportarse por obvias razones, la gente no sabía que él era un vampiro, y los que pertenecían a su raza, conocían la razón de que no lo hiciera.

Girando el rostro hacia la plaza a Jacob el corazón comenzó a latirle con rapidez. Había visto una melena cobriza andar cerca de uno de los negocios. ¡Si! ¡Era Reneesme! cojeaba para llegar hasta un comercio donde vendían alimentos.

-¡Sigan celebrando! – grito Jacob, mientras caminaba entre la multitud, estos respondieron con un  ¡viva el Rey!. A su paso la gente seguía haciendo reverencias, y lo perseguían exclamando adulaciones hacia él mientras le lanzaban flores, pero Jacob solo tenia ojos para la pequeña chica que estaba enfrascada en una conversación con el dueño del comercio. Camino rápidamente hacia ella, y a duras penas escucho parte de la conversación.

-Por favor señor Fabián, se lo ruego, la última vez le pague los alimentos con puntualidad – decía ella con desesperación.

-Hija ese no es el problema, el problema es que estos alimentos ya están comprados, solo tengo que hacer la entrega a sus compradores. – le informaba el vendedor con tristeza – ¿porque no le preguntas a Carmelo? Él quizás pueda ayudarte.

-¡No! gracias, pero prefiero no comer que pedirle un favor a ese pervertido – le dijo molesta.- gracias señor – se despidió alicaída.

-¡Reneesme! – le llamo Jacob antes de que volviera a perderse. Reneesme volteo a sus espaldas para ver quien la llamaba y cuando vio a Jacob con su imponente figura caminando hacia ella con una multitud de gente bailando y gritando a sus espaldas se asustó, no podía creer que él la estuviera llamando. Su reacción inmediata fue alejarse rápidamente de allí, no quería verle la cara al Rey.

-¡Reneesme por favor  espera! – Decía este conforme trataba escapar de la multitud – ¡no te vallas!

-Pero era mas lo que Reneesme se alejaba, de lo que él podía avanzar con la avalancha de personas que lo perseguían – ¡Sam! ¡Ven aquí!

Sam llamo al resto de la guardia que había acudido hacia la multitud para averiguar que pasaba – ¡señor!

-Entretengan a la gente, la he encontrado- ordeno Jacob.

-Si señor – asintió Sam, Los guardias rodearon a Jacob para ocultarlo de las personas, cuando estuvo seguro de que no lo veían se transporto a la calle desierta por la que había desaparecido Reneesme.

La vio, caminaba rápidamente por el final de una callejuela, Jacob echo a correr, ella no había notado que la perseguía, cuando ella volteó para asegurarse que estaba sola Jacob se escondió detrás de una pequeña casa, necesitaba saber donde se ocultaba.

Y entonces ella camino hasta una pequeña taberna, abrió la puerta y entro. Jacob no dudo en ir tras ella, al entrar a la taberna pudo ver que era muy pequeña, allí todo era viejo, sucio y desgastado, solo habían borrachos sentados en mesas, bebiendo y gritando, tras la barra un hombre y una mujer atendían al publico, Jacob pudo notar que todos se habían quedado paralizados al verlo, cosa que no le sorprendió, pero a él solo le interesaba Reneesme, la vio desaparecer tras una puerta que estaba al lado de la barra.

-¡Reneesme! – cuando paso entre las mesas todo el mundo se paro y comenzaron a hacer reverencias.

-Su majestad! es un honor! – maldición! Jacob estaba perdiendo la paciencia, ¿porque todo el mundo se interponía entre él y ella?

-¡A un lado por favor! – decía tratando de esquivar a un viejo borracho.

Cuando llegó a la puerta la atravesó, había otro pasillo, pero ¿cual era la habitación de ella? ¡Maldita sea!... Y entonces escucho un portazo a su derecha, ¡bingo!

Camino hacia ella y comenzó a aporrearla. – ¡Reneesme abre! Ya se que eres tú. No me obligues a echar la puerta abajo.

-Señor, ¿desea que abra la puerta? – preguntó la tabernera con timidez a Jacob. – si lo desea puedo sacarla de ahí para usted.

-¡No! no es necesario – lo ultimo que deseaba era que viniera cualquier imbécil a lastimar a Reneesme.

-¿Esta seguro? – pregunto dudosa ella.

-Si, ahora déjeme solo – le ordeno y ella obedeció de inmediato.

Cuando se fue, Reneesme abrió la puerta con la cara enrojecida de la ira – ¿Hará que me echen de aquí como lo hizo en el castillo?

-¡Por dios no! – le dijo escandalizado. – ¿que clase de hombre crees que soy?

Ella lo miro de arriba abajo con desprecio y prefirió no contestar a esa pregunta, Jacob se tenso, adivinaba sus pensamientos.

-¿Que quiere? -Le pregunto molesta.

Jacob no podía negar el alivio que sintió al verla, pues a pesar de que tenia unas grandes ojeras bajo sus ojos y parecía agotada, ella estaba bien.

-Reneesme quiero hablar contigo, déjame pasar - le pidió él empujando la puerta para poder ver adentro y así transportarse allí, pero ella con todas sus fuerzas trataba de mantenerla cerrada.

-¡No! ¡No quiero que entre! – le dijo a punto de cerrarle la puerta en la cara. Pero él lo evito interponiendo la mano.

-Debes volver, tienes que regresar al castillo conmigo – le pidió.

Reneesme puso cara de preocupación – ¿le paso algo a Sara?

-No – respondió desconcertado, y ella retomo su anterior actitud.

-¡Entonces váyase al diablo! – y cerro de un portazo aprovechando su descuido.

-¡Reneesme! – Aporreaba la puerta con ira – ¡maldición!, ¿porque no me dejas hablar?

-¿Y porque debo hacerlo? ¿Acaso usted me permitió disculparme por lo ocurrido en su habitación? ¿Acaso dejo que me explicara? ¡No! ¡Solo me humillo y me grito! ¡Pues yo no quiero oírle nada de lo que tenga que decir! – su voz sonaba amortiguada desde el otro lado de la puerta. Jacob podía notar el dolor en sus palabras, aquellas que le confirmaban que era un bastardo.

Ahora ella le hablaba de “usted”, y con eso interponía una barrera entre ambos.

-Lo siento ¿ok? Me equivoque. – trato de sonar convincente, pero era bastante difícil sonar seguro cuando le hablabas a una puerta.

-¡Mentiroso! – le volvió a gritar. –no se que demonios hace aquí pero ¡puede largarse de una vez!

-No me voy hasta que abras la puerta – suspiro - Tú y yo tenemos que aclarar este asunto ahora.

-¡No tengo que hablar nada con usted!

-Que abras la puerta te he ordenado – gruño perdiendo la paciencia.

-¡Ya no soy su sirvienta!

-¡Soy el Rey!

-¡Me importa una mierda!

Jacob estuvo a punto de patear la jodida puerta y entrar a la fuerza cuando se dio cuenta que lo estaban observando, el pasillo estaba abarrotado de personas que anteriormente bebían en la taberna, el grupo lo miraba expectante, como si lo que sucedía allí los entretuviera mucho.

-¿Que hacen aquí? – Les dijo – largo! ¡Déjenme solo!

La gente asustada salía apresurada por la pequeña puerta hacia la taberna, murmurando cosas entre ellos y riendo un poco.

Jacob respiro lentamente para tranquilizarse, discutiendo con ella no lograría nada. Apoyo la frente en la puerta y comenzó a hablarle.

-¿Reneesme por lo menos podrías salir? Déjame verte.

El silencio le respondió.

Ella tenía toda la razón de estar molesta, no podía reprocharle nada, ahora debía aguantar todos sus desprecios.
No debí haberte gritado.- suspiro – debería estar sintiendo tú dolor multiplicado por mil, créeme que si pudiera lo haría. Siento mucho lo que ocurrió, fui un bastardo, por favor, no pienses que no me importó, no lo creas, porque la verdad es que fue maravilloso. – Jacob cerró los ojos y recordó los momentos que habían compartido haciendo el amor.

Escucho un suspiro del otro lado de la puerta, estaría ella a punto de rendirse? Esperaba que si. - Esta bien  – decía Reneesme – le perdono, pero no pienso abrir la puerta.

Una vez dichas esas palabras Reneesme se separo de la pared para ir a sentarse en el catre, él sonaba sincero pero verlo solo le causaría mas tristeza.

Pero entonces se escucho un golpe y luego un crujido, ella volteo a sus espaldas para ver un puño moreno atravesando la madera de la puerta, sus negros ojos se asomaron por el agujero para memorizar su habitación y luego se materializo frente a ella.

Su boca no podía estar más abierta por la sorpresa, Jacob la miraba con decisión.

- No aceptare un no como respuesta. Es necesario que vuelvas conmigo – le informo.

-¿Porque es tan necesario que regrese? ¿Acaso tiene usted remordimientos de conciencia?

Jacob se pasó la mano por la nuca en señal de nerviosismo, él no quería discutir ese punto, simplemente porque estaba confundido.

-Solo no preguntes, ven conmigo – le extendió la mano para que ella la tomara, pero Reneesme negó en señal de rechazo.

-¿Para que? No soy su mascota, no volverá a maltratarme.

- No volverá a ocurrir. Lo prometo. – le gruño.

-¿Quien me lo asegura? ¿Usted? – le dijo con sarcasmo – ¿cree que no he visto como trata a su propia madre? Creo que no esta en posición de prometer nada.

-Sara es un asunto a parte, no compares.

-¡Es tú madre!

-¡No es tu asunto!

-¡Váyase! ¡Váyase de una vez! ¡No es más que un déspota! No todo el mundo esta obligado a obedecerle, ¡yo no lo hare!

Jacob perdió la paciencia y camino hacia ella, trato de tomarla para transportarse al castillo y evitar que se fugara pero Reneesme sabía sus intenciones corrió hacia la mesa para interponerla entre ambos, se quito los zapatos y  se los arrojo a la cabeza. Jacob los esquivo con agilidad y avanzó hacia ella de nuevo, Reneesme le lanzó la silla de madera pero esta fue manoteada por él en el aire haciendo que se estrellara contra la pared, ella volvió a correr hacia la chimenea y tomo un palo, lo agito para evitar que él se acercara.

-¡Aléjese de mi!- le grito, Jacob temía que en el inténtenlo de  desarmarla se hiciera daño, así que se rindió.

-¡Esta bien, esta bien! ¡Joder!- grito para que se tranquilizara. -  ¡te dejare en paz!

Jacob salio de la habitación dando zancadas, Reneesme lo miraba con los ojos muy sorprendidos, ¿Eso era todo?, ¿él no pensaba insistir?, ahora si estaba molesta, ese jodido Rey ¡si que era un imbécil!, no podía creer que ella valiera tan poco para él, ¡claro! Como solo era una humana, pobre y coja, él podría tener a cualquier mujer a sus pies, que le iba a importar si una mugrosa sirvienta lo rechazaba.

-¡Púdrase! – grito con los puños cerrados y el cuello tenso, las lagrimas pujaban por salir de sus ojos, ese encuentro solo había servido para sentirse mas humillada que antes. Para reiterarle que a él realmente no le importaba, y que era un mentiroso que le gustaba jugar con sus sentimientos. Una lágrima rodaba por su mejilla, camino hacia la puerta y la cerro.

Jacob con un pie atravesado impidió que la cerrara.

-¿Vas a dejarme fuera otra vez? ¡Maldición mujer! Dame un respiro – gruño mientras ingresaba al cuarto. Él se le quedo mirando desconcertado. –¿porque lloras?

Reneesme ciertamente lo miraba con sorpresa, no esperaba que volviera, y tenía las mejillas húmedas por las lágrimas, se las limpio rápidamente y se volteo para que no la viera.

-Por nada – por supuesto aquello era una gran mentira, no podía creer que ese hombre causara tantos sentimientos encontrados en ella, lo quería pero lo odiaba, y en ese momento quería que se quedara y a la vez que se fuera. ¿Realmente él estaba allí? ¿Con ella? Maldición, ella se había equivocado, él no se había rendido todavía. Secretamente sintió una gran satisfacción.

Jacob camino hacia las pacas de paja y se sentó allí – nos quedaremos aquí, hasta que te des cuenta de que debes regresar. Salí para informarle a os guardias.

- ¿Que hace? – le preguntó mientras lo veía quitarse las botas.

-¿Podrías dejar las formalidades para otro momento? Odio que me hables de esa manera, ¡tutéame por dios!

-Usted mismo ha decidido que lo trate de esa manera. – contesto entrecerrando los ojos.

-Pues ya no deseo que me trates así.

-Ya es tarde para eso – farfullo – le pregunte que estaba haciendo.

-Necesito descansar, estuve toda la noche buscándote por el pueblo, no he dormido nada. – gruño.

A ella le sorprendió esa información, pero no lo demostró, lo último que necesitaba era que él se diera cuenta de que sus palabras le importaban.

– No puede quedarse aquí.

-¿Porque no?

-Porque no quiero.

-Pues te aguantas, no te voy a dejar sola aquí, es muy peligroso.

-¡Tengo cosas que hacer!

-Pues hazlas, pero no saldrás de esta habitación.

-¿Esta loco? ¡Por supuesto que lo hare!

-No saldrás sin mi y punto Reneesme, no tientes tú suerte.

-Pero… ¡debo ir a trabajar!

-¿Para que? – le pregunto confundido.- yo te daré lo que necesites.

-¡No gracias! estoy acostumbrada a mantenerme sola!, además no aceptare nada que le de a usted algún tipo de poder sobre mi! 

-Haras lo que te digo.

-No soy su esclava.

Jacob le gruño, estaba increíblemente frustrado, esta mujer era más terca que una mula.

-¡Muy bien! ¿Donde trabajas?

-¿Para que quiere saberlo? – ella lo miro con recelo.


-Lo averiguare de cualquier manera.

Ella medito aquello, era cierto, él podría enterarse de lo que quisiera, era el Rey. Así que le respondió mientras se abrazaba a si misma.

-Aquí, en la taberna, debo hacer la limpieza cada madrugada, y salir a buscar empleo en las mañanas. – le informó levantando la barbilla con orgullo.

-¿Para que quieres dos empleos?

-Porque no he… - pagado la renta de esta habitación, pensó esto ultimo.

-¿Que? – obviamente Jacob no había escuchado sobre su problema económico.

-Nada.

Jacob sabia que ese nada ocultaba muchas cosas. Así que decidió averiguar por si mismo. Se coloco las botas de nuevo y salio de la habitación.

-Reneesme lo vio salir por la puerta – ¿a donde va?

Pero él no contesto.

-¡Bien! ¡Ignóreme! – le grito, camino hasta la puerta y la cerro con fuerza.- estupido- susurro luego.

Solo esperaba que no tratara de averiguar su situación, ya era bastante vergonzoso que supiera que necesitaba dinero.

Salio de la habitación a averiguar a donde había ido, pues se moría de la curiosidad. Lo encontró hablando con la tabernera, la gente no quitaba la mirada de él, y la mujer respondía a las rápidas preguntas que Jacob le hacia, la tabernera estaba absolutamente roja, y cuando ambos se percataron de su presencia dejaron de conversar, la rubia ahora la miraba de otra manera, con… ¿respeto?

-Ya he cancelado tu deuda – le dijo Jacob con una media sonrisa.

Reneesme abrió mucho los ojos – que hizo que?... le dije que no quería su dinero – frunció el seño.

-Pues ya es tarde para eso – le dijo repitiendo sus mismas palabras – ahora me debes a mi, así que tu y yo nos arreglaremos después, y podrás pagarme como desees. – Reneesme capto el doble sentido de aquellas palabras.

-Claro, podría pagarle con una patada en el… - decía Reneesme, pero Jacob la interrumpió tosiendo, y sonriendo un poco. ¿Es que acaso todo aquello le parecía muy gracioso? Pensaba Reneesme.

-¿Querida, porque no vamos a la habitación? – Reneesme entrecerró los ojos.

-¡Yo no soy tu querida! ¡Porque no se va al demonio y me deja en paz! ¡Acosador! – le respondió groseramente. La gente en la taberna la miraban enojados, y comenzaron a murmurar cosas en su contra.

La tabernera los veía a ambos desconcertada, sin duda no entendía el dilema que existía entre Jacob y Reneesme.

-No se preocupe, esta enojada porque olvide la fecha de nuestro aniversario – le susurro a la rubia picándole un ojo.

Reneesme iba a desmentir aquello cuando la tabernera decidió hablar.

-Joven, como vera ya no es necesario que vuelva a limpiar el local – le informo todavía un poco confundida.

- Ni tampoco es necesario que vayas a trabajar – le dijo seriamente Jacob.

Reneesme lo miro con antipatía - Soy una mujer sola, no necesito de la ayuda de nadie – se retiro molesta a su habitación con Jacob pisándole los talones.

- Hablo en serio – insistió él.

- Y yo también – contesto enfadada entrando a la habitación.

Jacob se recostó de la pared con los brazos cruzados observándola mientras ella ordenaba la habitación.

-¿Te gustaría salir a pasear un poco? – le pregunto para relajar el ambiente.

-A ver – medito ella de forma sarcástica, con las manos en jarras.- si, me gustaría salir a pasear un poco, pero sola.

-Eso no es posible. – dijo seriamente.

-Por supuesto que no!, porque al Rey no le da la gana, y por un ataque de remordimientos simplemente yo tengo que hacer lo que él quiera. ¡Caramba! Usted tiene muy claro el significado de la palabra libertad ¿no?

-Lo hago por tu bien Reneesme. – Jacob se alejó de la pared para acercarse a ella.

-¿Y quien se preocupaba por mi bien antes de conocerle?, ¿por algo sigo viva no cree? – dijo sentada en el catre mientras se colocaba los zapatos.

-Te ofrezco seguridad, y una familia – se arrodillo ante ella colocando sus grandes manos a los lados de su cadera.- Ahora estas con nosotros, Sara y yo cuidaremos de ti. – le susurro.

Ella se detuvo, aquello era mas de lo que podía pedir, ¿él le estaba ofreciendo lo que antes se negaba a darle?

Levanto la mirada lentamente para mirarle a los ojos - ¿Solo eso me ofreces? ¿Que hay de ti?– le pregunto escrutando su rostro, ella quería algo mas, lo mas importante, lo quería a él.

-¿A que te refieres? – quiso saber Jacob.

Nada, olvídalo – ella no lo obligaría a hacer nada que él no quisiera, no se arrastraría a sus pies mendigándole amor. – ¿Porque ofreces algo que luego vas a quitarme?

– No te quitare nada, lo prometo. – la miraba con esos ojos negros que tanto le gustaban.

Pero ella no le creyó – no puedo confiar en ti, lo siento – le dijo apenada desviando la mirada a otro lado.

Jacob retiro sus manos de donde las tenia, y se levanto del suelo, sabia que le costaría mucho convencerla, pues su actitud no había sido la mejor cuando ella estaba en el castillo, pero no se rendiría.

-Te entiendo – asintió pesadamente – pero quiero que entiendas  que me rehúso a dejarte aquí sola.

Reneesme suspiro de cansancio – haga lo que quiera – y se encogió de hombros – total, usted es el Rey.

El día transcurrió con agitación, ella había abandonado la idea de salir a buscar trabajo ese día, no porque Jacob se lo exigiera, sino porque era imposible, las calles estaban abarrotadas porque el pueblo estaba de fiesta, la razón? El Rey se encontraba en el pueblo.

Ya era de noche, y Reneesme intentaba dormir, pero las serenatas que los habitantes de Garnicov le llevaban a Jacob a las afueras de la taberna, eran muy escandalosas.

A nuestro Reeeeeyyyyyy, valiente caballero, un hombre verdadero, que cuida de su genteeeee – cantaban a todo pulmón – no teme al enemigo, ni menos al peligro… – Reneesme daba vueltas en el catre mientras Jacob se carcajeaba silenciosamente. – … Nos ha librado de la muerte, el hambre y la desdicha, él cree en el honor y la justiciaaaaaa…. ES NUESTRO REYYYYYYY.

¡Maldición! ¿Cuando se van a callar? – se sentó en la cama temblando de la ira – ¿TENGO SUEÑO SE ENTERAN? – grito desesperada, y era cierto estaba muy cansada, pero cada vez que se quedaba dormida se despertaba repentinamente por culpa de la música estridente.

Jacob no hacia más que reírse.

-¿Te parece gracioso?- lo fulmino con la mirada.

-Pues la verdad si – le dijo con una endiablada sonrisa, a Reneesme se le hizo agua la boca.

Estaban todavía en la habitación, Jacob dormía en una cama hecha con pacas de paja y cubierta con las mejores sabanas que tenia la tabernera, era bastante grande, y él cabía perfectamente en ella. La sabana le cubría de la cintura a los pies, y estaba totalmente desnudo. Ella no podía quejarse pues había tenido que lavar la única muda de ropa que tenia, y la ropa interior también. Pero la desnudez de Jacob la abrumaba y mas la falta de vergüenza que tenia para exhibirse. Ella en respuesta se había envuelto totalmente con la sabana, no dejando ni un pedacito de carne desnuda, eso a Jacob realmente le decepcionaba.

-Necesito dormir, no quiero tener dolores de cabeza mañana – decía mientras se abrazaba a si misma, ocultando su cabeza entre sus rodillas, los ojos se le cerraban solos y cuando oía un grito de la multitud afuera se abrían asustados.

-Ven aquí – le dijo.

Ella levanto la cabeza sorprendida.

-No – le contesto de inmediato.

-No te hare nada que no quieras – le dijo con seguridad. Ese era el problema, que ella quería que le hiciera muchas cosa, pero no era lo correcto ¿verdad? Es decir, el Rey merecía ser castigado por lo que le había hecho, merecía aprender una lección, y si ella se la ponía fácil entonces no habría lección.

-Entonces yo iré a ti – respondió, la habitación estaba oscura y ella solo podía ver su silueta levantándose de la cama, la sabanas cayeron al suelo revelando algo que no podía ver, Jacob camino hacia ella lentamente con su imponente figura, Reneesme solo lo podía ver totalmente hipnotizada, no podía creer que su sola cercanía la pusiera caliente, o quizás era que sabia lo que venia a continuación?

Jacob se agacho y metió una de sus manos por debajo de sus rodillas y detrás de su espalda aun envuelta en la sabana, para cargarla y llévala a su cama. Reneesme no podía respirar, ahora el cuerpo le temblaba de deseo, y de nuevo esa estupida conexión hacia estragos en ella. Él olor a chocolate y canela se extendía por toda la habitación haciendo que todo pareciera más irreal.

Jacob la tendió con delicadeza en su cama a un lado de él y se cubrió de nuevo con la sabana, la abrazo por la cintura y le metió la cabeza en la depresión de su cuello, la almohada que él tenia hacia todo mas fácil, y Jacob posiciono una de sus manos sobre el oído de ella, de inmediato Reneesme se relajo, el escándalo que la gente tenia en la calle ahora no la molestaba tanto, ya no oía casi nada.

-Gracias – le dijo con la nariz pegada a su cuello y las manos escondidas entre su cuerpo y el de él. El olor ahora era mas fuerte, y hacia que le palpitara el cuerpo, debía tranquilizarse, o saltaría sobre él exigiéndole que le hiciera el amor. Saco una de sus manos debajo de las sabanas y la coloco encima de la cadera de él para estar mas cómoda, sintió como él se estremecía, y respiraba hondo, mas calor broto de su cuerpo envolviéndola, si hacia otro paso en falso terminaría abriendo las piernas para cabalgarlo. De solo pensarlo le daban calambres de placer en su bajo vientre.

-No es nada, duerme tranquila – le respondió enterrando su nariz en el cabello de ella. Jacob apenas podía hablar, de solo tenerla cerca su cuerpo ya respondía. Echo las caderas un poco hacia atrás, pues no quería incomodarla con su erección, deseaba salvajemente colocarla debajo de él y montarla con suavidad, con amor.

Saber que ella estaba desnuda solo empeoraba las cosas. Su olor a rosas frescas hacia que la cabeza le diera vueltas y comenzara a pensar en cosas que no debía, por ejemplo, en acariciarla, amarla, confiar. Y no debía, no podía hacer eso, aunque él lo deseara mas que cualquier cosa.

La mano de ella en su cadera era calida, y él deseaba que se moviera un poco mas abajo, de solo imaginarlo su erección se hacia mas dolorosa, dios necesitaba tanto hacerla suya de nuevo. 

Jacob no lo soportaba, necesitaba aunque sea rozar sus labios y Reneesme pareció adivinar su necesidad, ella saco la cabeza de su cuello y lo miro con intensidad.

-¿Porque sufres? – le pregunto muy cerca de su boca. Jacob perdió el aliento, ella era tan dulce, tan deseable.

-¿Como sabes que sufro? – quiso saber él.

Ella  medito la respuesta y luego contesto con lentitud – porque lo siento… aquí – y se señalo el pecho.

Jacob solo la miraba a ella fijamente, no había nadie mas para él.

-¿Como es que puedes sentir eso? – preguntó acercando cada vez mas sus labios.

- No lo se – Reneesme cerro los ojos, lo deseaba, por dios que lo deseaba, pero no podía hacerlo, habían muchas cosas entre ellos que resultaban muy dolorosas.

-No me beses por favor. – le rogó no muy segura.

Jacob la miró con el deseo obscureciendo sus ojos.

-Pero lo deseo – le respondió con seguridad. – y tú también.

-Pero no es correcto – abrió los ojos, sus labios estaban a un palmo de los suyos, podía sentir su caliente aliento acariciándole el rostro.

-Esta bien gatita, no hare algo que no quieres – y se retiro lentamente haciendo que ella volviera a la depresión de su cuello y él volviera a inhalar el dulce olor de sus cabellos. Esto era una tortura, pero una tortura maravillosa.


A la mañana siguiente Reneesme se despertó muy calientita, había dormido tan bien, que no quería salir ese día de la cama. Ya no se escuchaba nada en la calle, la gente parecía haberse ido a dormir a sus casas, estaba segura que ese día tampoco podría salir a buscar trabajo, la gente se quedaría en casa a descansar. Abrió con pesadez los ojos y descubrió que estaba en una muy extraña posición.

Ella se encontraba encima de Jacob, con las piernas a los lados de su cadera, la sabana que tenia alrededor de su cuerpo se había aflojado un poco, y él  dormía placidamente con un brazo alrededor de su cintura, cuando ella se movió él despertó.

-¿Has dormido bien? – le preguntó mientras ella se enderezaba.

- Ah… ¿Como es que...? – las palabras quedaron a mitad de camino cuando la sabana resbalo de sus pechos dejándolos desnudos.

-Dios querido, me encanta los buenos días que me das – le dijo Jacob sin poder apartar la mirada de sus senos, Reneesme sentía que algo duro entre sus piernas chocaba contra su intimidad, inmediatamente se tapo y las mejillas le ardieron de la vergüenza.

-Lo siento – le susurro.

-No lo sientas – él le sonrío calidamente.

-Debo… - decía ya poniéndose de pie. Pero comenzaron a tocar la puerta de manera apresurada.

-¡Para el Rey! – gritaron alegremente desde afuera.

Ambos fruncieron el seño, Jacob se levanto, se cubrió las caderas con la sabana y abrió la puerta.

-¿Que pasa Paúl? – Reneesme se sorprendió, los guardias estaban apostados afuera de la habitación cumpliendo con su trabajo, protegerlos.

-Un comerciante señor, ha venido a traerle esto, dijo que era un regalo, ya lo hemos revisado y no hay peligro. – le comunico.

-Gracias – y luego le preguntó – ¿ustedes ya han comido?

Paúl le contesto sonriendo un poco divertido – si señor, las chicas que trabajan aquí son muy amables.

Jacob se río un poco – muy bien, ahora salgo. – y cerro la puerta, el guardia le había dado una cesta con muchas frutas y dulces, adornado con flores frescas y silvestres, el arreglo era hermoso.

-¿Que tal? – le dijo tomando una manzana y comiéndola. Camino hacia ella para ofrecerle un poco pero Reneesme lo esquivo- ¿que sucede?

-No comeré eso – le dijo.

-¿Por qué no? – Preguntó él frunciendo el ceño – la gente del pueblo ha sido muy amable en traernos esto.

-Por eso, es para ti, no para mí – puntualizo.

-Pero yo lo compartiré contigo. – le sonrío seductoramente.

-Y yo no quiero. Saldré a comprar comida – le dijo – la preparare aquí, no quiero pecar de arrogante pero soy buena cocinera.

Jacob alzo una ceja, aquella idea le gustaba, podría ganarse unos puntos si la ayudaba. Seria un avance.

Muy bien – le sonrío – iré contigo. 
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Que tal chicas J otro nuevo capitulo de Placeres Oscuros, esta historia me ha enganchado mucho, ¿que tal les pareció?, me encanta que Reneesme se haga la dura hahaha, y me encanta ver a un Rey arrastrándose por una plebeya hehehe, nuestro querido Rey no le tiene miedo a nada, me parece que se ha ganado unos cuantos puntos cuando decidió quedarse en la humilde habitación de Reneesme, bueno dejen sus opiniones J

domingo, 18 de septiembre de 2011

La vida es...Capitulo 14: Egoísta.



Los personajes no me perteneces, son de Stephenie Meyer, pero la trama es de mi invención. Esta historia tiene contenido Lemmon, si no te gusta, o eres menor de 18 años, por favor no lo leas.
Reneesme vive atormentada por su pasado, los secretos que oculta atentan contra su vida, que pasara cuando Jacob entre a su vida causándole un gran desorden? acompáñalo a descubrir los secretos de Reneesme.

Capitulo 14: Egoísta.

Jacob perdía la paciencia conforme pasaba el tiempo en el teléfono tratando de hablar con Mía. Había notado desde hace algún tiempo que los pocos momentos en los había tenido que hablar con ella le causaban una especie de pánico que oprimía su pecho, porque su voz, su rostro, toda ella le recordaba a la desgracia de su vida… haber perdido a su hijo.

Había conocido a María hace muchos años, cuando vivía en Phoenix. Se había mudado de Forks con la intención de independizarse de su familia, y trabajaba en un pequeño taller mecánico de la ciudad, allí la había conocido, un día muy soleado, cuando ella llevó su auto por primera vez para que se lo repararan, de ahí en adelante ella inventaba tontas excusas para llevar su automóvil y hablarle.

Jacob la recordaba como una chica algo alocada, pero muy divertida, era de estatura media, tenía el cabello negro y abundante, con unos pequeños e inteligentes ojos color ámbar, y su piel era blanca., María era realmente hermosa cuando la había conocido. Él tiempo transcurrió entre charlas, citas, visitas, y ellos llegaron a conocerse cada vez mas, o eso creía Jacob.

Mía podía ser muchas veces un poco exasperante pues solía conseguir de Jacob lo que deseaba, si quería pasar todo un día con él, lo lograba, así él tuviera los mil y un compromisos, Jacob siempre la complacía, otras veces lo hacia enojar con sus celos tontos, él odiaba tener que explicar todos los días su rutina en el trabajo, solo para evitar que se molestara, no obstante ella no le creía, y terminaba diciendo que todas esas mujeres que lo saludaban en la calle eran amantes de él, cuando la verdad eran clientes agradecidas por el excelente trabajo que él le hacia a sus autos.

Pero todas aquellas discusiones tenían arreglo al final del día en la cama.

Ambos se acompañaron en sus mejores y peores momentos, la muerte de la madre de Mía permitió que ambos se acercaran mas sentimentalmente, ya que para ese entonces Jacob también había perdido la suya, además de ello para Mía aquella situación había resultado muy dolorosa pues removían duros recuerdos  sobre el abandono de su padre.


Cuando Jacob se decidió a pedirle matrimonio ella había aceptado felizmente, sin embargo una vez ya casados ella había cambiado radicalmente, ya su rostro no era feliz, había cierta melancolía y preocupación, las risas habían sido reemplazadas por reclamos, y los reclamos se convirtieron mas tarde en gritos. Jacob se culpaba a si mismo por no saber como hacer feliz a su mujer.

¿Qué cual fue el detonante de aquel cambio?, Jacob no estaba seguro, pero tenia la leve sospecha de que ella pensaba en su madre, él abandono de su padre por otra mujer había creado una inmensa herida en su corazón y cierta inseguridad que el tiempo y las circunstancias se encargaron de agudizar, ello hacia que Mía temiera perder a su marido, como su madre había perdido al suyo.

Para cuando Jacob se había dado cuenta, ella estaba embarazada, y  su embarazo era de alto riesgo. Fueron muchas las citas perdidas en el psicólogo, Jacob continuamente llamaba a las hermanas de Mía para que la convencieran de que necesitaba ayuda, pero seguían las discusiones donde ella le gritaba que no era ninguna loca, Mía simplemente nunca acepto que tenía un problema, y Jacob había agotado todas las formas de hacerla entrar en razón, pero nada funcionaba. La depresión poco a poco los destruía a ambos, y la desesperación de Jacob por conseguir una solución estaba creando en él una inmensa frustración.

No obstante la felicidad de que pronto tendría a su hijo en sus brazos lograba eclipsar en parte toda tristeza, de solo pensar en ese pequeño que se estaba formando en su vientre no cabía en si de felicidad, todos los días se acercaba a su panza para hablarle, y cuando Mía se dormía aprovechaba para cantarle, lo que hacia que él le respondiera con suaves pataditas, su bebé sabia quien era su padre, pero nuevamente Mía lograba causarle dolor, a veces para manipularlo no le permitía acercarse a ella, lo que le causaba mucha tristeza pues Jacob sentía que la relación con su hijo se rompía por culpa de la distancia entre él y Mía.

La situación cada vez mas se salía de control, el embarazo parecía afectar mas su psicosis, Mía veía cosas donde no las había, estaba completamente segura que Jacob le era infiel, o que quería abandonarla, cuando en realidad no era así. Él estaba agotado de llegar a casa y encontrarla llorando con cuchillos en sus manos amenazando con suicidarse, hasta que un día Jacob decidió no ir mas al trabajo, quería evitar cualquier desgracia, pero fue imposible, porque para Mía aquello no parecía ser suficiente.

Flash back

-¿De que demonios viviremos? ¿Del aire? ¡Necesito ir a trabajar Mía! ¡No puedo estar contigo todo él día! – le rogaba.

-¡Te vas con ella verdad, Con esa perra! ¿No piensas en tu hijo? ¡Si algo le ocurre a él será tu maldita culpa! – Mía tenía el cuello tenso por los gritos.

-Jacob se halaba el cabello intentando respirar calmadamente, estaba desesperado.

-No voy con nadie – le dijo con pausa, no quería gritarle otra vez – tú hermana Cristina viene en camino para quedarse contigo – le comunicó.

-¡No! ¡te quedaras tú! – le ordenó ella caminando hacia él con su enorme barriga.

-No puedo, nos están cobrando la renta del departamento Mía, ¿quieres quedar en la calle?  ¿De donde sacare el dinero si no voy a trabajar?

-¡Excusas! Excusas, excusas… A mi no me engañas Jacob… ¡Jacob vuelve aquí!

Jacob caminaba hacia la puerta, debía irse, si no se volvería loco, además no permitiría que su hijo naciera enfermo, ya no tenían ni siquiera comida. Había llegado al extremo de pensar en llevarla al trabajo para que no pensara que la estaba engañando con otra, cuando había recordado que ella  no podía salir de casa por su delicado embarazo. Cuando bajaba por las escaleras del edificio tropezó  con Cristina, quien había caído al suelo por el impacto de choque.

-¡Jesucristo Cristina! Perdona, Gracias a dios llegaste, Mía esta…

-¿Que ocurre?¿ Porque grita? – Cristina era muy parecida a Mía  físicamente, solo que su cabello era más corto y sus ojos eran verdes.

-Necesito salir Cristina, tengo muchas deudas por quedarme aquí con Mía, debo salir a trabajar, pero ella no lo entiende – le dijo Jacob a Cristina desesperado, mientras la ayudaba a levantarse del suelo sujetándola de los brazos y atrayéndola hacia arriba.

-No te preocupes, vete, yo intentare hacerla entrar en razón. – le dijo palmeándole el hombro aun cerca de él, dándole a entender que podía confiar en ella.

-Gracias Cristina, no sabes cuanto te lo agradezco.

Mía estaba enloquecida, cuando abrió la puerta y vio a su hermana tocando a su marido quiso morir, ¿era ella la mujer que quería quitarle a su esposo? ¿Su propia hermana?

-¡Eres tú!, ¡maldita seas Cristina! ¿Como pudiste? – le grito con una chispa de locura en los ojos, Mía temblaba de pies a cabezas mientras derramaba lagrimas.

-¿Mía de que hablas? Jacob y yo solo… - intentó decir Cristina.

-¡Cállate! Pagarás por esto Jacob, no mereces que traiga un hijo tuyo al mundo, ¡olvídate de nosotros! - Jacob y Cristina la miraban sorprendidos desde el final de las escaleras cuando Mía decidió lanzarse por ellas, rodando aparatosamente, Jacob horrorizado corrió hacia ella para evitar que siguiera rodando y logro detenerla a mitad de las escaleras, pero ya había recibido suficientes golpes, pues la escalera era muy alta, cuando llego hasta Mía ella ya estaba inconciente.

La llevaron de urgencias al hospital, pero los doctores le habían informado en uno de los pasillos del hospital que era demasiado tarde para el bebé. Los golpes habían sido brutales para su frágil cuerpecito, no podían hacer nada por él.

Jacob sintió que el mundo se le venia abajo, había perdido a su bebé, y a Mía, pues a pesar de que no estaba muerta ella había acabado con todo lo que alguna vez había sentido por ella.

La recuperación fue difícil, Jacob no podía perdonarle lo que había hecho, y poco a poco se daba cuenta que no había nada que recuperar en su relación con Mía, él ya no la amaba.

De ahí en adelante su vida se había sumido en una profunda tristeza, y el recuerdo de Mía y su bebé se había convertido en un fantasma.

Pero entonces solo el fantasma de Mía había regresado para torturarlo.

Fin del flas back

Jacob sabía reconocer cuando María trataba de manipularlo para conseguir lo que deseaba, y este era uno de esos momentos.

-¿Para que me buscas María?

-¡Amor! Te he extrañado tanto. – le susurró María sonriendo del otro lado del teléfono.

-Al grano Mía, ¿que quieres? – contesto Jacob secamente.

María notó su actitud distante, sin embargo decidió ignorarla.

-Te amo. – suspiro sonoramente.

Jacob se quedo callado, tratando de no explotar ante la hipocresía de semejantes palabras, ¿es que acaso no se cansaba? ¿No entendía que sus palabras eran igual de vacías que ella? Jacob había pasado años tratando de olvidarse de ella, sin embargo de alguna u otra forma ella se encargaba de que no lo hiciera.

-¿Que quieres? – logro repetir con cansancio, tenia los ojos fuertemente cerrados.

- Te quiero a ti amor – siguió ella – estoy casi lista para verte pronto. Dime donde estas.

- No quiero que vengas, no tienes nada que hacer aquí.

- Pero… No entiendo, por supuesto que si, soy tú esposa.

Jacob odiaba tener todavía algo que ver con ella.

- No María, necesito que entiendas que nuestra relación ya acabo – le explicaba Jacob calmadamente -  no funciono, estamos mucho mejor estando separados que cuando…

-¡NO! ¿Pero de que demonios me estas hablando Jacob? – se exaspero  Mía, no soportaba que le llevaran la contraria.

-De la realidad, te estoy hablando de la realidad…

-¡La única realidad aquí es que necesito verte! – le grito fuera de sus cabales. – ¿No entiendes maldita sea?  si no me dices donde estas iré a buscarte como sea, ya me conoces, sabes de lo que soy capaz.

-¡Ya deja de amenazarme! – Gruño molesto Jacob – me he cansado de tus manipulaciones, esto ya no se trata de ti, no quiero seguir jugando a hacer lo que tú quieras, ahora tengo una vida, y me gusta así como esta, ¡sin ti!

-¡Mentira! – Soltó Mía aforrándose mas al teléfono – me estas castigando por lo de nuestro pequeño Ian.

Al oír su nombre Jacob se paralizó, sentía  como una vieja herida intentaba abrirse nuevamente, aquello había sido un golpe bajo.

-Por dios… déjame en paz – le rogó, pero María había dado en el clavo y lo sabia, ese punto débil al parecer seguiría sirviéndole, y ella aprovecho su debilidad para imponerse.

-Jacob, por favor te necesito – le decía llorando – quiero estar junto a ti.

-No entiendes, tú… simplemente no entiendes que ya no puede ser, me haces daño. –

-Me amas – le dijo con seguridad, como si estuviera tratando de convencerlo de ello.

-Te equivocas – le contesto Jacob aferrándose a sus palabras.

-¿Donde estas Jacob? – insistió ella, no lo dejaría escapar.

-¿Realmente piensas que quiero que vengas aquí? – exploto de una vez, era imposible no hacerlo con alguien como ella, ¿como era posible que lo llamara después de lo que había hecho? ¿Es que acaso no tenía vergüenza? -  ¿Crees que necesito recordar nuestro trágico pasado? ¡No soy un jodido masoquista Mía!, no me interesa nada de lo que tengas que decir, ¡desaparécete!.

-¿Como puedes decir eso? Después de todo lo que hemos vivido juntos.

-¡Precisamente! ¡Por todo lo que he vivido a tú lado es que no deseo verte!

- Podrías arrepentirte, lo que tengo que decirte es importante…

- Lo único que necesito de ti es el divorcio, así que deja de negarte a firmar los papeles, ¡necesito rehacer mi vida!

-¿Es porque tienes a otra? – le preguntó ella sacando conclusiones apresuradamente- ¿No es cierto?, ¡hay otra mujer!, ¿como puedes hacerme esto Jacob?, ¡esa maldita!, ¡acabare con ella si es necesario! ¿Me oyes?

¡No te atrevas….!– Jacob no pudo reprimirse. – ¡Maldición!

-¡Lo sabia! ¡Eres un bastardo!

-¡No hay nadie! – lo ultimo que necesitaba era que se le ocurriera buscar a Nessie. – Además no tengo que darte ninguna explicación, entre tú y yo no hay nada, puedo hacer lo que se me de la gana con mi vida.

-¡No! tienes un compromiso conmigo todavía, no puedes dejarme, nuestro hijo….

-¿Cual hijo? ¿El que asesinaste?

-¿De que estas hablando? Yo no he asesinado a nadie.

Jesucristo, ella realmente estaba mal de la cabeza.

-Ya basta Mía, estas acabando con mis nervios, si alguna vez me amaste aléjate de mi, crees que esto no me afecta, crees que he tenido una vida feliz después de lo que ocurrió con nuestro hijo.

Mía se aferro más al teléfono con la esperanza de que Jacob la entendiera, suavizo mas la voz, sin embargo tenía un tinte de histeria que le era imposible borrarlo.

-Pero amor, precisamente de eso quiero hablarte, nuestro bebe no murió, esta aquí, conmigo.

-¿Que? – a Jacob se le fue el aliento – ¿de que estas hablando Mía? – su voz sonaba débil, y su cuerpo estaba paralizado. Y entonces entendió.– ¡estas enferma! ¿Como puedes jugar con algo así María? ¿Como puedes hacerme esto?- termino gritando- ¡Eres una maldita egoísta! ¡Déjame en paz!

Y colgó el teléfono con las manos temblándole de la ira. ¿Como podía decir aquello? ¡Él había visto a su hijo muerto! Por dios… Él lo había visto, los médicos se lo habían mostrado, su pequeño rostro dormido lo perseguía todas las noches en sus sueños, hasta hace poco. María estaba loca.

Dios necesito salir de aquí – se dijo a si mismo en voz alta, se sentía consternado, como si le hubiera pasado un tren por encima, necesitaba bloquear a María de su sistema nuevamente.

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Reneesme esta sumida en la desesperación, ahora veía las cosas de una manera muy clara y determinante, si no se alejaba de Jacob terminaría arruinando su vida, y no solo se refería a su padre, también a James, todo era tan complicado, nada terminaba de resolverse.

Maldición! Otra vez no – la nariz comenzaba a sangrarle otra vez, ella echo la cabeza hacia atrás mientras caminaba con cuidado hacia el baño de su habitación. La bajo de nuevo cuando estuvo frente al lavamanos y un chorro de sangre broto de su nariz. – mierda!

La cabeza le dolía como los mil demonios, comenzó a sudar, estaba asustada, no quería regresar al hospital. Cuando la hemorragia paro ella se lavo la cara y camino hasta su cama para descansar un poco. Peo entonces siguió pensando en su desgracia.

¡¿Que haría?! ¡¿Que haría?! No quería dejar a Jacob, moriría de tristeza, con Jacob todo era fácil, todo era sencillo, agradable, además, él la necesitaba, pero no podía ser tan egoísta, él jamás admitiría que tenía problemas por culpa de ella.

Era hora de tomar una decisión, y sabia cual era. Reneesme salio de su habitación buscando a su padre y lo encontró en la biblioteca.

-Edward necesitamos hablar – Edward la miró con sorpresa y dolor a la vez, no podía creer que ya no le dijera papá.

-Porque ya no me dices papá? – le pregunto quitándose las gafas y cerrando el libro que estaba leyendo.

-Eso no importa, vengo a hacer un trato contigo. – Le dijo mirándole a los ojos con determinación.
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Jacob estaba en el Monasterio conversando con Sam, se informaba sobre los últimos acontecimientos en las calles de Forks.

-Todo ha estado tranquilo últimamente. Jacob creo que James se ha dado cuenta de los ataques a sus distribuidores, hemos mandado a la cárcel prácticamente a casi la mitad de ellos. A James no le cuesta sacarlos de allí, pero es obvio que sabe que alguien lo quiere joder.– le decía Sam.

-Entonces debe estar tramando algo el hijo de puta. – Concluyo Jacob.

-Si, Jacob esto de mandar a la cárcel a sus distribuidores no esta funcionando, hay demasiados policías corruptos, debemos hacer algo mas – le comunico – he pensado en una campaña de desprestigio a su padre, para evitar que llegue a la alcaldía y se vuelva mas fuerte.

-Eso no va a servir de nada Sam – estaban sentados en la pequeña habitación al fondo del bar- si Hogroff no gana las elecciones, sus influencias en la policía no van a menguar por ello, al contrario, van a hacerse mas fuertes, él necesita ese apoyo para poder continuar con el negocio.

-Sam lo medito – maldición, tienes razón – suspiro cansado – ¿que piensas que debemos hacer entonces?, la prensa muestra que las muertes por sobredosis e intoxicación esta aumentando Jake, ayer encontraron a una adolescente muerta en uno de los callejones donde encontramos a esos vendedores.

Jacob estaba tenso, aquella noticia no le había caído nada bien.

-Necesitamos pruebas contundentes Sam. – Jacob se enderezo en la silla -  preparate, vamos a entrar a la mansión Hogroff. – dijo con seguridad.

Al terminar la conversación Jacob se quedo solo en la habitación, los chicos estaban en el Bar, atendiendo a la multitud de personas que habían ido a divertirse ese día. Él había pedido privacidad para poder llamar a Nessie, esperaba encontrarla en casa cuando llegara.

-¡Jacob! – Jacob volteó y pudo ver a Mandy entrando apresuradamente en la pequeña habitación. Llevaba dos Té de Limón fríos.

-Hola Mandy – le sonrío calidamente – ¿como has estado?

-Bien, yo muy bien – ella estaba nerviosa. Mandy coloco ambas bebidas en la mesa – los chicos me han pedido que te trajera esto.

-Oh gracias! ¿Pero dos? – pregunto extrañado.

-El segundo es mío – le sonrío mientras sus azules ojos relucían. – solo quería hablar un momento contigo.

-Pues siéntate – le dijo él acercando una de las sillas de madera a la pequeña mesa, junto a él.

-Gracias – contesto sentándose,  cuando ella levanto la mirada para clavarla en su rostro se notaba preocupación en ellos –  como has estado tú?

-Pues muy bien gracias.

-¿Jacob, porque estas tan golpeado? – pregunto repentinamente. A Jacob no le sorprendió la pregunta, ella solía interesarse mucho por los demás, sin embargo él no era idiota, sabía que Mandy tenía cierto interés en él.

-Tonterías, nada grave. – le contesto él.

-No es justo Jacob, quien te halla hecho esto es un ser despreciable – le dejo saber lo que ella pensaba. Mandy sabia que había ocurrido, lo sabia por los chicos de la manada, pero quería que Jacob se lo contara él mismo, quería que confiara en ella.

-Eso ya no importa Mandy, ahora estoy bien – le sonrío.

-Quiero que sepas que puedes contar conmigo Jacob, lo que sea, yo… - las palabras se le quedaron atascadas en la garganta – yo te aprecio mucho, desde que llegue aquí has sido muy atento conmigo, y muy paciente, a pesar de lo sorprendentemente torpe que soy.

Jacob se rió un poco.

-Eso no es cierto, eres una chica muy inteligente – Mandy lo miró con sorpresa, en sus ojos parecía haber un destello de… ¿Esperanza?

¿De verdad piensas eso de mí? – le preguntó.

-Por supuesto Mandy, todos los chicos estamos muy contentos con tú trabajo, y te hemos tomado mucho cariño, ¿porque crees que siempre te están cuidando? – le guiño un ojo y ella se ruborizo.

-Gracias – le sonrío con timidez – se los agradezco mucho, de verdad, los chicos son como hermanos para mi, pero yo… - nuevamente las palabras no le salía.

-Jacob yo quiero sincerarme contigo – Jacob se tenso.

- ¿A que te refieres Mandy?

- Me refiero a que, a mi solo me importa lo que pienses tú. Porque yo estoy enamorada de ti – le dijo con el corazón latiéndole a mil por hora – y se que te has dado cuenta de ello, porque no puedo ocultarlo.

-Mandy, yo lo siento pero sabes que no puedo corresponderte, estoy con…

-Ya lo se – le interrumpió – tampoco espero que la dejes a ella por mi, no soy tan arrogante, yo solo quiero que lo sepas, porque de ahora en adelante no voy a hacer nada por evitarlo Jacob, callarme esto me hace mal - ella tenia los ojos fijamente en los suyos, mientras que lo de Jacob rehuían a ellos, le incomodaba un poco la intensidad de su mirada. – y se que causo algo en ti, te… gusto.

-No Mandy, no confundas las cosas – se notaba la desilusión en su rostro y la vergüenza también – por favor, no te sientas mal, no quiero decir que no seas hermosa, porque lo eres, eres muy bella – ella lo volvió a mirar con esa luz en su mirada - pero yo no siento ningún tipo de enamoramiento, ¿me explico?

-¿Atracción quizás? – Ella intentaba aferrarse de cualquier cosa, pensó Jacob – porque se que sientes algo Jacob.

-Yo… - mierda! Titubeaba él. Jacob estaba hecho un lío, se sobaba la nuca nervioso – escucha, es imposible que no llames la atención de un hombre, solo obsérvate – Mandy sonreía completamente hipnotizada – y si, debo ser sincero, me impresionó tu belleza, pero ese impacto no se ha convertido en nada mas, porque yo amo a mi Nessie, debes comprenderlo.

-Pero ella…! - Mandy se detuvo, ir por ese camino no era inteligente.

Jacob alzo una ceja, esperando lo que ella tenia que decir, y como no hablo Jacob siguió.

-Mandy, esto no esta bien, y lo sabes – Jacob se paso la mano por el cabello en señal de nerviosismo.– solo podemos ser amigos, y demostrar lo que sientes, solo traerá complicaciones a nuestra relación.

-Pero…

-Por favor, no insistas – la miro con tristeza – y te ruego que si realmente sientes aprecio por mi como me has dicho hace un momento, no vuelvas a buscar a Nessie a su casa por favor.

Mandy lo miro con sorpresa mientras Jacob se levantaba para salir de la habitación.

-¿Como lo supiste? – le pregunto avergonzada.

-Eso no importa – negó con la cabeza mientras caminaba hacia la entrada – solo no lo vuelvas a hacer. – sujeto el pomo de la puerta.

-Jacob – él se detuvo ante la llamada de ella. –  Yo se que te gusto, puedo hacer que esa impresión se transforme en algo mas – le comunico – así que no me rendiré.

Jacob negó en señal de desacuerdo, él entonces buscaría la forma de alejarse de ella, no permitiría que nada ni nadie dañara su relación con Reneesme.
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-¿Jacob? – Jacob la había sorprendido abrazándola por la espalda, en la cocina de su casa.

-Hola preciosa, te he extrañado mucho hoy – le sonrío mientras le mordisqueaba el lóbulo de la oreja.

-¿Se puede saber porque saliste hoy?, acabo de llegar y no te he encontrado, me asuste – le dijo preocupada tratando de girararse para mirarlo.

-Estoy bien, ya no me duele nada – le respondió mientras metía una de sus manos debajo de su camisa para acariciarle un seno. Reneesme se estremeció.

-No puede ser, esta mañana tenias la pierna muy hinchada. – Jacob permitió que ella se volteara para que lo observara por ella misma.

-¿Vez? – Reneesme lo vio con los ojos muy abiertos, era cierto, los moretones se veían más claros, y caminaba con más desenvoltura que antes.

-¿Pero como es posible? – le dijo acariciándole el rostro y sonriéndole – es un… milagro?

Jacob se río un poco mientras le hocicaba el cuello y la abrazaba por la cintura para pegarla mas a él.

-No lo se nena, solo se que ahora tu y yo  podremos divertirnos mas – le contesto riéndose.

Y Jacob había cumplido su palabra, la misma desenvoltura con la que ahora podía caminar, la demostraba mientras le hacia el amor. Reneesme no sabia que existían tantas formas de posicionar su cuerpo para recibir y dar placer. Ella se había divertido tanto tratando de contorsionar su cuerpo, que las carcajadas se confundían con los gemidos.

Los espacios de la casa no había sido respetados por ninguno de los dos, desde el sofá de la sala, hasta el mesón de la cocina había sido testigo de la entrega de sus cuerpos desnudos, de cada gota de sudor derramada y cada beso ardiente dado.

-Me encanta tu risa – le decía Jacob mientras se introducía nuevamente en ella, estaba amaneciendo y ellos aun seguían amándose en la cama. Reneesme yacía boca abajo y Jacob la penetraba desde atrás mientras le mordía suavemente el hombro, Reneesme perdía el aliento conforme era consumida por el placer.

-Jacob – suspiraba ella mientras Jacob le daba suaves estocadas meciendo sus caderas entre sus piernas, le lamia el cuello conforme ella trataba de acompasar las suyas al lento baile de sus cuerpos. La calidez no solo calentaba sus cuerpos, también les calentaba el corazón, haciendo que irremediablemente ambos se enamoraran cada vez mas uno del otro.

Los días pasaron muy rápido, cuando ambos estaban juntos se olvidaban de sus problemas, y se enfocaban en hacerse sentir bien mutuamente.

-¿A donde me llevas? – le preguntaba ella mientras Jacob la arrastraba por la playa de La Push.

-Ya sabes que mi familia pertenece a la tribu Quileute – ella asintió para hacerle saber que le entendía – pues bien, los ancianos son personas sabias, y en las creencias de la tribu, ellos tienen la potestad de servir como guías espirituales, también purifican los destinos de las personas, y… - le sonrío tímidamente – bendicen uniones.

-¿Bendicen uniones? – pregunto ella.

-Si, es la manera que tienen en la tribu de proteger el amor que se tienen las parejas, cuando están seguros de lo que sienten acuden a los ancianos para evitar que malos espíritus conspiren para romper su unión. – Jacob se reía un poco, la diversión brillaba en sus hermosos ojos negros. – se que suena un poco tonto, y quiero que entiendas que esto no te ata a mi en ningún aspecto, solo quiero que conozcas un poco mas de mi, así como yo deseo saberlo todo de ti. – le sonrió con amor.

Reneesme le sonreía también emocionada, a lo mejor sonaba ridículo pero a ella le ilusionaba mucho, sin embargo no pudo evitar sentirse un poco mal, aun recordaba la conversación que había tenido con su padre.

Reneesme lo abrazo y Jacob le beso el cabello.

-Ya estoy atada a ti – le dijo cerrando los ojos. – y me gusta.

Cuando llegaron a la pequeña casa de madera, los recibió un hombre moreno de estatura media, su cabello era muy blanco y largo, pero no parecía viejo, sobretodo por la fuerza que tenia en su mirada, cuando vio a Jacob le sonrío.

-Pero si es el Opaktichu – dijo el anciano-  y trae a su Wisatsu´upat.  – Reneesme no sabia si sonreír o molestarse, aquellas extrañas palabras podrían ser una grosería, ¿o quizás un halago?.

-Tranquila, después te explico – le susurro Jacob, pues había visto su cara desconcertada.

-Anciano – le saludo Jacob en señal de respeto – ¿como ha estado?

-Muy bien hijo, pasen por favor – Mientras caminaban detrás del anciano Jacob le explicaba.

-Opaktichu significa Sanador y Wisatsu´upat significa mujer o esposa – a eso Reneesme se sorprendió y Jacob le sonrío.

-Eres sanador? – le pregunto.

-No, la verdad nunca he entendido muy bien porque me han calificado de esa manera, realmente prefiero no preguntar demasiado. – Reneesme sospechaba que aquello tenía algo que ver con el hecho de que él sanaba tan rápido.

Jacob y Reneesme entraron a la casa, era pequeña pero acogedora, olía a incienso, y habían pieles y pequeñas estatuas de madera con formas de animales por todo el lugar, el anciano los invito a sentarse dentro de un circulo de arena que estaba en el centro de la reducida sala.

Jacob miro al anciano sorprendido, a lo que este soltó una carcajada.

-Los estaba esperando Opaktichu– les dijo misteriosamente- por favor siéntense – y así lo hicieron.

-Las buenas energías los acompañan, y antes que llegaran los espíritus me han comentado de esta unión – les dijo sonriéndoles. – me han encargado, mi querido Opaktichu que los bendiga, ellos sienten mucho aprecio por ti, y están dispuestos a protegerlos.

-Estoy muy agradecido por el permiso que se me ha otorgado de ser bendecido – contesto Jacob.

Reneesme noto que el anciano poseía muchos collares en su cuello, con cuentas de semillas marrones y negras, a ella les gustaban, parecían pequeñas bolitas negras unidas, como perlas.

El anciano cerro los ojos para concentrarse mientras extendía su mano hacia un puñado de inciensos encendidos, los alzo sobre su cabeza mientras susurraba extrañas palabras rápidamente, el humo se extendía con prontitud a su alrededor, pero el humo no los tocaba, era muy extraño.

- Cierra los ojos cariño - le susurro Jacob, quien estaba sentado con las piernas cruzadas a su lado, Reneesme así lo hizo, pero no pudo evitar abrirlos a cada momento, el anciano caminaba dentro del circulo de arena rodeándolos, hablando en ese extraño idioma, el humo seguía sin tocarlos, y ahora él tenia unas ramas verdes en una de sus manos, y cuando las agitaba sobre sus cabezas desprendían un agua aromatizada con olor a lavanda.

El anciano cantaba una suave canción en ese idioma suyo, y ahora el humo blanco que salía del incienso con olor a sándalo había tomado formas, unas formas extrañas, eran… ¿personas? Ella se asusto.

-Tranquila nena, estoy aquí – le sonrió Jacob mientras le tomaba de las manos. Ella logro tranquilizarse.

Las bendiciones han llegado a ustedes, los espíritus han hecho un buen trabajo, y han mirado dentro de sus corazones, ha visto el amor, tu Wisatsu´upat te ha aceptado, y tu la has aceptado a ella, ahora uno es parte del otro – les dijo incitándolos a levantarse del suelo.

Jacob miraba a Reneesme como esperando que lo rechazara, ella no sabia que venia a continuación, ni que tenia que hacer, Jacob se acerco a ella, la tomo de la cintura le sonrió tranquilizadoramente – ahora soy parte de ti, y tu de mi.

Reneesme le tomo de las mejillas y lo acerco a su boca.

Desde la primera vez que te vi has sido parte de mí – y lo beso para consumar la ceremonia.

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De verdad! Lamento la tardanza, pero siempre trato de animarme pensando que es mejor tarde que nunca. Podré tardar en publicar, pero siempre volveré a escribir y buscar la forma de hacer espacio en mi tiempo para terminar los capítulos, así que no se me desanimen, yo siempre regreso. Por lo menos hasta que termine de escribir mis dos fics J

Aclaraciones: Opaktichu no tiene ningún significado, lo tome de la palabra Pititchu que en Quileute significa Luna, lo asocie a sanación porque leí algo sobre el poder que tenia las energías de la luz de la luna para sanar.  Pititchu no me pareció muy masculino para Jacob, él es un hombre muuuuuyyyy masculino y no sentí que le hiciera justicia jejeje.

Wisatsu´upat significa mujer en Quileute,  le agregue lo de esposa, porque usualmente esta ceremonia la utilizan en las parejas que están próximas a casarse. Bueno la ceremonia no es gran cosa pero quería mostrar algo de la tribu de JacobJ.

Si he cometido alguna burrada perdónenme please. Besos hasta la próxima.